?Después de un huracán llega un arcoíris?, dice Katy Perry en su éxito ?Firework?. Y en efecto, la canción casi describe la escena que se apreció en el cielo de Escocia y el norte de Inglaterra esta semana.
Aunque no fue un huracán, el martes la tormenta Henry golpeó el norte de Inglaterra con vientos de hasta 97 kilómetros por hora, ocasionando inundaciones y dejando sin electricidad a miles de británicos. El viento frío que arrastró la tormenta también provocó al anochecer la formación de hermosas nubes nacaradas.
Los iridiscentes fenómenos de la foto superior fueron fotografiados cerca de Whitley Bay, Northumberland, en el norte de Inglaterra. Sin embargo, es un lugar muy peculiar para detectarlos, ya que suelen aparecer en las regiones polares.
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También conocidas como nubes estratosféricas polares (o con el nombre impreciso de nubes arcoíris), las nubes nacaradas se forman normalmente en latitudes altas y en temperaturas extremadamente frías. Se hacen visibles cuando la luz mortecina del ocaso atraviesa diminutos cristales de hielo que son arrastrados en un fuerte chorro de aire estratosférico.
?Estas nubes son más que una simple curiosidad?, dijo Andrew Klekociuk, científico atmosférico de la División Antártica Australiana, en una entrevista anterior con National Geographic. ?Revelan condiciones extremas de la atmósfera, y promueven cambios químicos que conducen a la destrucción del ozono estratosférico?.
En específico, las nubes forman superficies donde ocurren reacciones químicas que producen moléculas destructoras de ozono, y pueden contribuir a la formación de agujeros de ozono polares.
No obstante, las nubes difícilmente son la mayor amenaza para la capa de ozono. Ese peligro viene de químicos artificiales como freón, CFC, HCF, y demás haloalcanos, casi todos reducidos drásticamente gracias a un acuerdo internacional. En consecuencia, la amenaza para el agujero de ozono ha disminuido en las últimas décadas, y se cree que la capa está reparándose.