Un equipo de National Geographic emerge luego de arduos meses de viaje por el lejano sistema acuático del Delta del Okavango.
Steve Boyes y su equipo de científicos exploradores descubrieron por las malas porqué los hipopótamos también son conocidos como ?los guardianes del río?.
Esos animales, grandes y peligrosos, ?te enseñan a andar con mucho cuidado?, dice Boyes, quien encontró cerca de 600 hipopótamos durante la expedición en la que su equipo recorrió casi 2,400 kilómetros del sistema del Delta del Okavango, África.
A fines de mayo, el equipo multinacional inició un viaje en la región montañosa de Angola y el 18 de septiembre llegó a su destino en el lago Xau, Botsuana.
En uno de los momentos más tensos de la expedición Okavango Wilderness Project, un hipopótamo arremetió contra una canoa en medio de un río, derribando al agua a Boyes y otro explorador. Luego de algunos minutos aterradores, lograron alcanzar la orilla a salvo y más tarde, tuvieron que parchar los agujeros del bote.
Boyes, explorador National Geographic afiliado con Wild Bird Trust y el Instituto Percy Fitzpatrick de la Universidad de Ciudad del Cabo, encabezó a un equipo de 14 científicos durante el viaje. Su objetivo: estudiar la rica biodiversidad de la región, recoger información importante sobre las aguas que sustentan el Delta del Okavango y obtener apoyo para dar mayor protección a la cuenca.
En 2014, el Delta del Okavango en Botsuana fue designado por UNESCO como el Patrimonio Mundial número 1,000. Sin embargo, sus cabeceras en Angola son vulnerables a la agricultura de roza, tumba y quema, sobre todo debido al retiro gradual de las minas terrestres sembradas durante la guerra civil.
Apoyado por la Sociedad National Geographic, el equipo multinacional documentó cascadas jamás descritas y más de 11,000 avistamientos de fauna salvaje, desde rebaños de 30 hipopótamos hasta manadas de elefantes y leones, y peligrosos cocodrilos de 7 metros de largo. Los científicos contaron cientos de especies de vertebrados, incluidas ocho especies de peces posiblemente desconocidas y más de 500 especies de plantas.
El camino fue muy arduo, sobre todo cuando tuvieron que avanzar entre la densa vegetación arrastrando sus canoas o mokoros, como se les conoce localmente. Pese a las dificultades, la única lesión grave fue un brazo fracturado, incidente ocurrido cuando un científico cayó de un árbol.
Se están organizando otras seis expediciones más pequeñas en la misma región para el próximo año, con la finalidad de profundizar los estudios de biodiversidad.
La expedición fue noticia de primera plana en los diarios del sur de África. El equipo se reunió con dos gobernadores regionales y muchos pueblos locales para compartir sus hallazgos y resaltar la importancia de la protección. Boyes espera que, algún día, ecoturistas responsables tomen conciencia e imiten sus esfuerzos de conservación. (Lee: ¿La caza de leones por trofeo apoya a la conservación?)
?Angola no tiene la mejor reputación en términos de accesibilidad, pero nos brindaron tremendo apoyo?, afirma.
?Jamás he visto algo parecido a la abundancia de vida que encontramos allí?, dice Boyes, cuya pasión por la vida salvaje es palpable. Esa abundancia incluye manadas de búfalos de 2,000 animales y elefantes prósperos que no temían la presencia del hombre, como sucede en otras partes de África a consecuencia de la implacable caza furtiva.
En su momento favorito de la expedición, Boyes vio a una madre elefante jugando con su cría en la ribera del río, chapoteando sin la menor preocupación.
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