El volcán expulsó piedras incandescentes, y mantiene a la población alerta.
Las casitas de tablas y plástico fueron surgiendo entre las rocas negras que el volcán Telica arrojó en 1948 y que hoy mantiene bajo amenaza permanente a miles de campesinos en una zona del occidente de Nicaragua.
Es la comunidad de "La Piedra", situada a un par de kilómetros del volcán. Su nombre honra las enormes huellas que dejó la más fuerte erupción de este cerro de 1,060 metros de altura, enclavado en la provincia de León a unos 100 kilómetros de la capital.
A inicios de mayo el Telica entró en «fase eruptiva moderada», como le llaman los expertos, expulsando gases, cenizas y, por primera vez en años recientes, inmensas piedras incandescentes. Aunque existen días de calma, los habitantes de esta aldea no duermen tranquilos.
"Ahora sí nos ha sorprendido este volcán. Ayer hizo tres explosiones, lanzó rocas con relámpagos y fuego. Tenemos que dormir con un ojo abierto", dice Abel Santiago Arbizú, un campesino de 58 años que en su juventud trabajó sembrando maíz, frijoles y ajonjolí en las faldas del Telica.
A diferencia de la más reciente erupción (2011), esta vez "la gente gritaba de temor y algunos también de emoción, porque a veces somos tan inocentes que no nos damos cuenta del peligro", agrega.
El Telica es uno de los volcanes más activos de Nicaragua y forma parte del llamado Anillo de fuego del Pacífico, que se extiende desde Canadá hasta Chile y desde las Aleutianas hasta Nueva Zelanda. Está situado cerca de otros grandes volcanes que han hecho erupción en años recientes, como el San Cristóbal y el Cerro Negro.
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Las autoridades de Nicaragua prohibieron días atrás el acceso de civiles al cráter porque pueden ocurrir explosiones repentinas y expulsión de rocas, si bien el tremor sísmico es de baja intensidad. Recomendaron a la población de la zona proteger los pozos y otros depósitos de agua, vigilar el ganado y las aves de corral, y no exponerse a la lluvia, porque al mezclarse con las cenizas se vuelve lluvia ácida y afecta la salud.
El gobierno asegura que envió brigadistas del Ministerio de Salud a las aldeas más próximas al volcán, donde habitan unas 700 familias (cerca de 3,500 personas), para repartir mascarillas y detectar posibles enfermedades respiratorias.
Pero a "La Piedra" todavía no ha llegado nadie, ni siquiera personal de la alcaldía municipal de la localidad de Telica, a menos de dos kilómetros de distancia, aseguran sus pobladores.
"Usted es la primera que viene a ver lo que pasa. Nadie ha venido, ni los profesores en la escuela han dicho nada. Si llega a haber una erupción, salimos nadando sobre la lava", se lamenta Arbizú.
Se estima que, de ocurrir una erupción considerable, unas 2,400 personas se verían afectadas en las comunidades Aguas Frías, Ojochal, El Caracol, Las Quemadas y Unión España, entre otras ubicadas en unos dos kilómetros a la redonda del volcán.
"Claro que tenemos miedo", dice la campesina Zelenia Mairena mientras fríe un plátano en un fogón junto a su casa de tablas y plástico negro, con la vista fija en el volcán y sus tres hijos prendidos de su falda.
Relata que la semana pasada, cuando el coloso rugió por primera vez, "la tierra se sacudió y los niños se pusieron a llorar. Nos da mucho miedo porque aquí todos peligramos y no tenemos a dónde ir".
Cada día, la joven mujer deja a los hijos al cuidado de vecinos para cumplir con su trabajo en una empresa de maquila taiwanesa que fabrica arneses para automóviles. El padre, un agricultor, vuelve al hogar después de las seis de la tarde.
El pasado fin de semana, el Telica registró al menos 50 explosiones, tres de ellas muy fuertes, acompañadas de emanación de cenizas y gases. "El monitoreo y la vigilancia es permanente", informó la portavoz del gobierno y primera dama, Rosario Murillo.
Según advirtió, una de esas explosiones provocó la caída de cenizas que el viento esparció sobre Chinandega, cabecera de la provincia del mismo nombre, a unos 40 kilómetros al norte de León.
Para la científica Diane Roman, del Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie de Washington, la situación "es algo nunca visto en este volcán" en años recientes.
Roman llegó al país con un equipo de especialistas para realizar estudios en los alrededores del coloso y compararlos con la erupción de 2011. "Es algo nuevo, todavía no sabemos lo que significa que haya arrojado rocas y no sabemos cuándo se detendrá", comentó.