Las plantas conforman uno de los reinos biológicos. Se caracterizan por ser organismos autótrofos acuáticos o terrestres. Las hay de variadas dimensiones, ya que existen ejemplares microscópicos y otros que superan los 100 metros de altura. Son sumamente sensibles, y ello hace que el hecho de que las plantas se mueven integre parte de la realidad biológica.
Es cierto que estos organismos son un referente de lo estático. La apariencia engaña. Aunque carezcan de músculos, estos seres vivos sí pueden moverse, básicamente porque su respuesta a diferentes estímulos se traduce en movimiento.
La planta “dormilona” o “vergonzosa” (Mimosa pudica) da algunos de los ejemplos más explícitos del movimiento en estos seres. Esta se cierra de inmediato cuando es tocada, aunque sea sutilmente. Lo que hace posible el acto es el efecto de un mecanismo de defensa contra los herbívoros.
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Esta capacidad no es exclusiva de las “dormilonas”. Con respecto a esto, el Instituto de Ecología (INECOL) apunta que la mayoría de los movimientos del reino Plantae se relacionan con algún estimulo ambiental. A estas respuestas, estrechamente vinculadas con la supervivencia, se les conoce como tropismos.
Los tropismos, según la entidad citada, pueden ser positivos o negativos: los primeros son aquellos en los que las plantas se orientan hacia el estímulo; los segundos, por el contrario, son en los que estos organismos se alejan de ellos.
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Uno de los tropismos más conocidos es el fototropismo, un movimiento que resulta de la búsqueda de las plantas por la luz. La flexión fototrópica de tallos y raíces es posible gracias a que las células de un lado se alargan más rápido que las del otro.
Otro ejemplo es el del hidrotropismo. En este caso, las plantas logran detectar agua a cortas distancias y dirigir el crecimiento de sus raíces hacia donde está el líquido. De hecho, estos seres pueden crecer, con mayor rapidez o lentitud, en función del agua que tengan a su alcance.
Factores como la gravedad (geotropismo o gravitropismo), las sustancias químicas (quimiotropismo) o la temeperatura (termotropismo) también ocasionan que las plantas se muevan positiva o negativamente.
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