Ecólogo y fotógrafo subacuático.
?Parece que hay flores en el fondo del mar?, con estas palabras se refiere María, pobladora de Cabo Pulmo, al suelo marino ubicado frente al sitio donde ha vivido siempre. Este pequeño pueblo, ubicado a 60 kilómetros al noreste de San José del Cabo, en Baja California Sur, es el celoso vigilante del arrecife más importante de América del Norte y, posiblemente, el último reducto realmente vivo de lo que el gran Jaques Cousteau llamara el Acuario del Mundo.
Si bien la comunidad pulmeña ha sido fundamental en su conservación, el trabajo del biólogo Octavio Aburto, investigador del Center of Marine Biodiversity and Conservation at the Scripps Institution of Oceanography de la UCSD, y quien se autodefine sencillamente como ecólogo y fotógrafo submarino, ha sido determinante para apuntalar los argumentos de defensa -con bases científicas- de este valioso espacio natural que, en los últimos años, ha despertado el apetito de las grandes empresas constructoras de complejos turísticos.
Las indagaciones de Octavio han servido para constatar, a través de técnicas de investigación desarrolladas junto con su equipo, que en los casi 20 años que el parque subacuático ha estado libre de toda actividad de pesca por decisión de su comunidad, la recuperación de la biomasa podría ser de hasta 500 por ciento. Lo que se traduce en que la biodiversidad podría haber alcanzado niveles de población prístinos, es decir, como si nunca un ser humano hubiera extraído un ser vivo del arrecife.