Con tantas cosas buenas para comer en el mundo, ¿por qué cualquier animal vería el menú y ordenaría como tentempié un poco de heces?
La coprofagia es el término para describir la alimentación animal con excrementos, tanto los propios como los de los demás. Escarabajos peloteros, conejos, chimpancés y perros domésticos integran la lista del «club de los comensales de estiércol». La mayoría de esos animales ingieren heces, ya que contienen algunos nutrientes no digeridos y esenciales que, de lo contrario, se desperdiciarían.
«Creo que los lagomorfos [el grupo que incluye los conejos] son los comedores de heces más interesantes», afirma vía correo electrónico Kevin Hunt, antropólogo de la Universidad de Indiana en Bloomington.
Los pequeños intestinos de estos animales de metabolismo acelerado no descomponen todo el alimento al primer intento, «por lo que buscan una segunda oportunidad. Tienen dos tipos de heces, las que comen y las que no».
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Los chimpancés no comen sus desechos con regularidad, pero, como los conejos, la razón más probable es que algunas de las semillas que comen «solo se digieren parcialmente, y se las comen de nuevo para extraer sus nutrientes», dijo Hunt, quien ha estudiado la coprofagia en los chimpancés.
Los escarabajos de estiércol también aprovechan las materias primas que se encuentran en los excrementos de los animales, depositados, por lo general, por los mamíferos herbívoros. Los escarabajos bebé, por ejemplo, mastican ruidosamente los sólidos, mientras que los adultos tienen piezas bucales especializadas en sorber las partes líquidas del estiércol, de acuerdo con el zoológico de San Diego.
Dependiendo de la especie, el estiércol sirve como alojamiento o como criadero. Ya que, es un lugar donde los insectos ponen sus huevos.
Popó comestible
Los animales salvajes son una cosa, pero cuando una persona ve a su perro que toma un bocado de heces, se puede oír el «¡Dios mío!» a varias manzanas de distancia.
No hay de qué preocuparse: es natural y no perjudicial en lo absoluto, aun si las heces pertenecen a otra especie, asegura Nicholas Dodman, veterinario de orientación conductista en la Universidad Tufts y director del Centro de Estudios del Comportamiento Canino. «Excrementos son excrementos», dice.
Los perros pueden sentirse atraídos por los extras no digeridos en los excrementos, pero el comportamiento también puede ser un simple hábito aprendido de sus madres.
Las hembras lactantes lamen el área de la región perineal de sus cachorros, debajo de la cola, lo que estimula las pequeñas secreciones de orina y las heces. Los cachorros son aseados inmediatamente por su madre, «de la única manera en que ella sabe hacerlo».
«Ella no tiene pulgares oponibles y tejidos; no puede recoger los desechos y tirarlos a la basura, así que simplemente los lame y dispone de ellos de esta manera», explica Dodman. «Y esto no enferma a la madre», agrega, al indicar que los excrementos de los cachorros contienen «bacterias amigables».
Los cachorros pueden imitar el comportamiento de su mamá hasta por un año, y en ocasiones el hábito persiste en la adultez.
No es algo malo, insiste Dodson, pero si tienen la fuerza, los dueños de los perros pueden tomar medidas para poner límites a este comportamiento. Estas incluyen cambiar la dieta del perro, dar a éste más oportunidades de hacer ejercicio y recoger los desechos de inmediato.
La mayoría merienda heces, ya que éstas contienen algunos nutrientes no digeridos y vitales- que de otra manera terminarían en la basura, según expertos.
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