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¿Hasta qué punto debemos preocuparnos por el cortisol?

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El cortisol, conocido como la «hormona del estrés», es fundamental para la respuesta del cuerpo ante posibles amenazas.

Cuando hablamos del cortisol, surgen preocupaciones sobre lo perjudicial que puede ser. Existe la creencia de que puede favorecer el desarrollo de un desequilibrio hormonal, causando supuestos padecimientos como el «síndrome de fatiga adrenal».

En los últimos años, esta hormona ha sido objeto de una atención excesiva, atribuyéndole la culpa de una amplia cantidad de dolencias. Sin embargo, es crucial para regular una variedad de funciones como el metabolismo, la presión arterial y el sistema inmunológico.

¿Qué implica un desequilibrio de cortisol?

Si bien no podemos prescindir de esta hormona, los niveles demasiado altos o bajos pueden generar trastornos en la salud.

Los niveles altos pueden ocasionar el síndrome de Cushing, cuyos síntomas incluyen aumento de peso, debilidad muscular y presión arterial alta. Por otro lado, los niveles bajos pueden derivar en la enfermedad de Addison, caracterizada por fatiga, debilidad muscular, mareos y pérdida de apetito. A pesar de esto, estos trastornos son poco comunes.

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El mito del «síndrome de fatiga adrenal», por ejemplo, sugiere que el estrés agota las reservas de cortisol y produce malestar. La realidad es que, si bien los desequilibrios ocurren, la gran mayoría de las personas que experimentan síntomas atribuidos a este «síndrome» probablemente enfrentan otras enfermedades que requieren atención médica.

El estrés cronico

Este tipo de estrés sí causa un impacto significativo en los niveles de cortisol. Su liberación constante en respuesta al estrés puede generar consecuencias para la salud, incluyendo aumento de peso, trastornos del estado de ánimo, problemas del sueño y riesgos cardiovasculares.

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Existen estrategias efectivas para mitigar los efectos del estrés crónico. La implementación de técnicas de relajación, actividad física regular, sueño adecuado, una dieta saludable y moderación en el consumo de estimulantes pueden contribuir significativamente al bienestar general y a la regulación hormonal.

Este texto fue escrito por Ana Paola Martínez, periodista mexicana entusiasta hacia temas de índole social. Colabora como redactora en National Geographic en Español.