Han pasado 403 años desde que el pólder de Beemster fue terminado, ahora es Patrimonio de la Humanidad y una excelente opción para visitar en Holanda.
"Seguimos siendo un pedazo escondido de Holanda, un tesoro nacido del mar", dice Johan de Jong. Este químico jubilado trabaja para el Centro de Información Beemster. En este momento se dispone a hacer una excursión con un pequeño grupo de turistas por el pólder Beemster, en bicicleta desde luego.
Siglos atrás, en este terreno, donde hoy se desplazan ciclistas por caminos totalmente rectos, todavía bramaban grandes olas y se extendían lagos pantanosos en el paisaje plano al norte de Ámsterdam. "Entre los comerciantes adinerados de Ámsterdam se instaló el miedo a una marea sin precedentes que devastara la floreciente capital holandesa", relata el experto en pólders De Jong.
Ellos tenían mucho que perder a principios del siglo XVII, que se conoce en este país como la «el Siglo de Oro».
Los comerciantes decidieron financiar la transformación de mar en tierra. Las obras, planificadas por el ingeniero Jan Adriaansz, comienzan en 1609: se construyen diques y canales de drenaje. Para llevar el agua al canal circular, situado a mayor altura y de 45 kilómetros de largo, que rodea el terreno pantanoso, se construyen molinos de viento. Sus aspas giran día y noche a impulso del viento. En mayo de 1612, Jan Adriaansz anuncia que la obra está terminada: ha nacido el pólder de Beemster. Hasta el día de hoy, el patrón de caminos y canales, que se parece a un tablero de ajedrez, prácticamente se ha conservado sin cambios. Por esta razón, el pólder fue declarado en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En el sur del pólder se van asentando horticultores y alrededor del año 1650 los primeros comerciantes comienzan a construir allí ostentosas mansiones. "Desgraciadamente, casi todas esas casonas han desaparecido", lamenta De Jong. Y es que los ricos comerciantes de Ámsterdam se mudaron pronto hacia las orillas del idílico río Vecht, cerca de la localidad de Breukelen, una zona adonde podían llegar más rápidamente en coche de caballos. Aun así han quedado algunas casas señoriales y granjas impresionantes.
Uno de los ejemplos más bonitos es la granja "Rustenhoeven", situada en la calle Volgerweg. El edificio de ladrillo fue construido en 1768. Y a solo una cuadra un unicornio adorna el caballete de la granja "De Eenhoorn" (El Unicornio). También resulta apropiado el adorno que aparece en la fachada de la granja "De Kleine Bijenkorf" (La pequeña colmena): los dueños se llaman Honing (Miel).
La mayoría de los molinos de viento en el pólder Beemster han desaparecido. En su lugar hay instalaciones de bombeo eléctricas que impiden que suba el nivel del agua. En la calle Rijperweg acaba de inaugurarse una nueva fábrica de quesos. Una construcción baja moderna, que ha costado millones de euros y que fue diseñada durante diez años para cumplir las normas de los guardianes del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En este lugar, los visitantes podrán observar desde una galería acristalada la elaboración del queso Beemster.
A partir de principios de junio y hasta mediados de septiembre se podrá degustar el queso en la pequeña ciudad portuaria de Hoorn, próxima al pólder Beemster. En el mercado de quesos de Hoorn, 50 hombres y mujeres mostrarán al público los jueves a las 12:30 horas y por la noche a las 20:00 qcómo se desarrollaba en viejos tiempos el comercio del oro amarillo.
Información básica
Destino: El pólder Beemster está situado en la provincia de Holanda Septentrional, al norte de Ámsterdam.
Cómo llegar: En avión al aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y desde allí en coche de alquiler por la autopista y tomar después la salida Purmerend-Noord. En tren hasta la estación central de Ámsterdam y desde allí en autobús a Middenbeemster y Graft-De Rijp.
Cuándo viajar: Desde la Semana Santa hasta finales de septiembre.
Informaciones: Centro de Información Beemster (www.beemsterinfo.nl)