Hace 60 millones de años estaba bajo el agua, emergió cuando se juntaron restos de animales marinos.
En 1960 se inauguró la primera carretera que une a Mérida con el centro de México. Yucatán, estado con himno y bandera propios, posee tal riqueza natural y cultural que parece otro país. La región de la península está llena de historia, leyendas y cultura.
Un cuarto de la población habla maya y se trata de una de las zonas más seguras del país. Mérida se fundó sobre Ichcaanzihó, que significa «cinco cerros» y es conocida como la Ciudad Blanca, nombre que data desde los tiempos en que Porfirio Díaz hizo su única visita a la región y para la cual pintaron todo el poblado de blanco.
Hospédate en el hotel Presidente Intercontinental, famoso por sus desayunos con café, bolitas de queso y cochinita pibil. Después da una caminata por el Paseo Montejo.
La riqueza arquitectónica mezcla algunos estilos, pero sobresalen las casas construidas durante el florecimiento de la industria del henequén. Sobre la avenida encontrarás monumentos y las famosas bancas llamadas «confidentes» o «tú y yo», que le hacen honor a la poesía y romanticismo yucatecos.
Muy cerca encontrarás el Palacio Cantón, que fue la primera casa con elevador, ocupada por el gobernador en 1911, actualmente es el Museo de Antropología e Historia.
Para mitigar el calor detente en la dulcería y sorbetería Colón. A la hora de la comida prueba el tzic de venado con naranjas agrias, una buena manera de introducirte a la tradición culinaria de la región, que supo combinar las costumbres locales con las europeas, debido a que durante siglos fue un importante punto de comercio con Europa.
Es recomendable madrugar para visitar la Ría de Celestún, ubicada al oeste de Yucatán, tiene una superficie de más de 59 hectáreas y es el hogar del flamenco rosado y de otras 234 especies de mamíferos. Aquí puedes rentar lanchas para verlos de cerca y pasear por los extensos manglares.
La reserva se surte con ojos de agua y manantiales que los visitantes utilizan para nadar y bucear. Pregunta por el guía Humberto Gómez, antropólogo que te contará historias increíbles de este lugar y los objetos ceremoniales.
El nombre de Celestún se debe a una familia maya que vivía en esa zona, el padre se llamaba Celestino Tun.
Nuestro apasionado guía nos llevó a comer a La Palapa, un restaurante con especialidad en mariscos, a 10 minutos de Celestún y con vista a la playa. No dejes de probar los camarones al coco. Y prepárate para visitar Uxmal.
Ubicada a 78 kilómetros de Mérida y parte de la Ruta Puuc, Uxmal es impactante. Los sitios arqueológicos cierran a las cinco de la tarde, así que hay que darse prisa para tener buen tiempo para recorrer las pirámides de día.
Uxmal pasó de ser una sociedad incipiente hasta convertirse en la ciudad más poderosa del sur de Yucatán, su nombre significa «tres veces construida». De sus tres periodos, su época de esplendor fue en los años 600 y 700 d. C., tenía 250 edificios y ahora sólo podemos ver 17. Una de las pirámides más bellas es el Templo del Adivino.
Debido a su tipo de suelo, en la península de Yucatán no hay ríos ni lagos superficiales, en vez de esto, en las partes Norte y Oriente existen cenotes, que son una especie de pozos alimentados por ríos subterráneos, por eso aquí el dios de la lluvia tiene un papel muy importante. Anteriormente no había herramienta para perforar y llegar a los mantos freáticos, la solución artificial se encontró en la construcción de miles de chultunes o cisternas para captar el agua de lluvia.
En la noche disfruta del espectáculo de luz y sonido que rescata fragmentos del Popol Vuh y otras leyendas mayas. La iluminación revive los colores con que estuvieron decoradas las estructuras de Uxmal: rojo, azul y color estuco. Empieza a las ocho de la noche, dura 45 minutos y tiene un costo de 40 pesos. Aprovechamos para cenar en el Lodge Uxmal y tomar agua de pitaya, una de las tantas frutas exóticas que existen en la región.
Dedica un día para visitar el pueblo de Izamal, localizado al centro de la península, se trata de un lugar pintoresco donde todo está pintado de amarillo y no hay cables eléctricos.El tiempo parece detenerse al observar a las mujeres que pasan con chiquihuites en sus cabezas repletos de flores. Entre semana sus calles están vacías, pero los domingos las familias de Mérida llegan para almorzar en el mercado y comprar fruta.
Lo primero que hicimos al llegar fue dirigirnos al mercado, conocer la variedad de chiles habaneros y comer carne de venado. Aquí hay una mezcla entre las etapas prehispánica, colonial y contemporánea; por eso es llamada la Ciudad de las Tres Culturas. Para ver los contrastes visitamos el Convento Franciscano, donde se rinde culto a la señora de Izamal, muy cerca de este recinto están las ruinas de las pirámides con las que fue construido el convento. Desde ahí hay una excelente vista del pueblo.
Después del recorrido nos dirigimos a comer en el restaurante Kinich, famoso por ofrecer sólo comida típica yucateca, y por su ambiente fresco. Los platillos típicos son el queso relleno, papadzules, chorizo de Valladolid, sopa de lima y salbutes.
LOGÍSTICA | LO QUE NO TE DEBES PERDER | LO TÍPICO |
Hotel Presidente Intercontinental Villa Mercedes: Av. Colón
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Visitar alguna de las haciendas de la región, es muy común encontrar cercanos a esta a un cenote y una zona arqueológica.Después de la época virreinal los españoles aprovecharon las piedras de las zonas arqueológicas para hacer nuevas construcciones. Escuchar la canción Peregrina en la noche de serenatas yucatecas que empiezan a partir de las nueve de la noche en el Parque de Santa Lucía. Aquí sólo te deleitarán con música de compositores yucatecos. Disfrutar de las noches mexicanas sabatinas en el Paseo Montejo, a partir de las ocho de la noche. Son muy divertidas. Bailar la Vaquería los domingos en el centro histórico, que hace honor a las fiestas del pueblo del siglo XVIII. |
Las hamacas en las casas fueron introducidas
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