Con sus diversos palacios, las ruinas de un castillo árabe y las playas de sus alrededores, Sintra destaca por parecer sacada de un cuento de hadas.
A tan sólo 30 kilómetros de Lisboa se localiza esta población catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad bajo la categoría especial de «paisaje cultural», ya que con su exótica vegetación y microclima excepcional, no es de sorprender que haya sido disputada durante años por romanos, árabes, lusos y castellanos.
Durante los siglos XVIII y XIX alcanzó su esplendor al convertirse en el destino favorito de verano de la monarquía portuguesa y la inspiración de poetas y escritores como Lord Byron, quien la definió como «Edén glorioso». En la actualidad, Sintra mantiene su encanto y por esta y muchas razones, es el lugar idóneo para una escapada de fin de semana.
La mejor forma de conocer Sintra y sus alrededores es en auto, ya que la mayoría de sus monumentos se localizan en puntos distantes o en pronunciadas cuestas que no todas las personas podrían realizar a pie. Para conocer la Vila-Velha o centro histórico, el punto de referencia es el Palacio Nacional de Sintra o da Vila que data del siglo XVI y mezcla varios estilos arquitectónicos: medievales, góticos, románicos y renacentistas.
Alrededor, se puede pasear por las diversas callejuelas, plazas y observar los encantadores chalets, algunos de los cuales ofrecen alojamiento a modo de hotel a los turistas. Vale la pena hacer una parada en alguno de los numerosos cafés para degustar la tradicional repostería de Sintra como las queijadas o los travesseiros.
Dentro del casco antiguo, también se encuentra otra de las joyas arquitectónicas de la ciudad: la Quinta de la Regualeira o do Monteiro dos Milhões, que resalta por sus jardines relacionados con los enigmas de la alquimia, la masonería, los templarios y los rosacruces.
Para darse una idea de la distribución de la ciudad, es necesario explorar la Sierra de Sintra, donde sobre un macizo rocoso se sitúa el Castelo Dos Mouros, construido por los árabes durante la invasión de la Península Ibérica en el siglo VIII. Destaca por sus murallas, torres impresionantes y sus vistas, desde aquí se ve el Océano Atlántico.
En ese mismo municipio, conocido como São Pedro de Penaferrim, se localiza sobre una colina a 500 metros de altura el Palacio da Pena, construido con formas neogóticas, neoclásicas e islámicas, y que se considera una de las siete maravillas de Portugal.
Oculto entre los bosques, también se levanta el Convento dos Capuchos o da Santa Cruz, que dista de los lujos ya que fue habitado por sucesivas comunidades de monjes franciscanos, que con sus diminutas celdas forradas de corcho transportan a sus visitantes al mundo sobrio pero idílico del año 1560 en el que fue fundado.
Si vas hacia el Oeste, a sólo cuatro kilómetros se ubica el Parque de Monserrate, un jardín de 30 hectáreas con zonas totalmente silvestres y una amplia variedad de flora. En el centro del parque destaca el Palacio de Monserrate que se ha configurado como uno de los máximos ejemplos del arte romántico del país gracias a su torre circular y sus extravagantes decorados.
Pero los palacios y conventos no son el único encanto de Sintra, ya que sólo a 12 kilómetros al Oeste se extienden maravillosas playas para todos los gustos. La Praia Grande goza de olas enormes que atraen a los amantes del surf, ya que es la sede de los Campeonatos Europeos.
Para los viajeros que buscan tranquilidad, la Praia das Maçãs es una cala más pequeña e íntima. A dos kilómetros está la aldea de Azenhas do Mar, incrustada en un acantilado en el que, además, encontrarás otra pequeña playa escondida para escapar de las multitudes.
Antes de abandonar la región, no debes dejar de saborear algún platillo típico portugués, como el bacalao, o el cocido portugués, que es cocinado con alubias. También prueba la feijoada, todos ellos acompañados de vino oporto o vino verde son ideales para completar el viaje por la bella ciudad de Sintra.
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