Visita esta maravilla natural.
En donde la zona hotelera de Punta Cana termina, comienza una serie de paisajes dominicanos, en su mayoría deshabitados, cuyo protagonista indiscutible es la geografía. Samaná es una de estas regiones y atesora, si no la más alta, una de las cascadas más bonitas de la República Dominicana Llegar al salto El Limón es toda una odisea.
Es importante que tomes en cuenta que para llegar a esta maravilla natural vas a tener que montar a caballo, andar descalzo por piedras llenas de musgo y subir una buena dosis de escaleras rústicas pero, eso sí, la recompensa vale cada gota de sudor. La experiencia inicia en la carretera Nagua-Samaná, donde hay muchas agencias que ofrecen recorridos a la cascada. Nuestra recomendación es que elijas una porque si no sabes la manera de llegar extrañamente podrías lograrlo sin ayuda.
La subida es un poco cansada pero el recorrido cuenta con hermosas vistas y podrás ver de cerca los enormes árboles de mangos y pencas de piña que decoran el paisaje. Antes de llegar al salto hay una palapa. Este es el lugar perfecto para ponerse el traje de baño y comprar agua helada.
Desde ese punto solo hay que bajar más escalones y cruzar el río una última vez para llegar a la cascada prometida. Es un oasis de agua turquesa de temperatura perfecta. No hay que hacer más que tocar el agua para entender por qué todos están nadando en la cuenca, negados a salir. Aquí reina el sonido del agua que cae. Bajo las cuevas que resguarda el salto se respiran aires diferentes, como una especie de momentos sublimes donde el tiempo no existe y el espacio es el mismo. ¿Te gustaría visitarla?
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