Cuando uno ya conoce Roma, sugerir la visita obligada a los Museos Vaticanos o al Vittorio Emanuele II pierde la gracia. A diferencia de la creencia común, la ciudad adquiere una dimensión distinta cuando se camina. A nivel de calle, los edificios, las iglesias e incluso los escaparates de los diseñadores de más alta alcurnia en Europa adquieren un gusto peatonal que los hace más próximos. Éstas son algunas de las experiencias enfocadas al detalle que sólo los visitantes más observadores disfrutan, en la ciudad del caos eterno:
‘Trastevere’ se traduce, literalmente, como del otro lado del Tíber. Al sur de la Ciudad del Vaticano, es uno de los barrios clásicos del centro histórico de Roma. Los callejones serpentinos están empapados de locales comerciales y restaurantes, que se encienden a lo largo del día con fulgores diferentes.
Además de la riqueza culinaria local que desborda al lugar, conserva un sabor universitario característico, ya que está cerca de varias escuelas representativas de la ciudad. Asimismo, algunas de las iglesias barrocas más representativas de Roma pueden encontrarse entre los callejones, casi por casualidad. En una tarde de verano, quizá haya pocos gustos equiparables a comer una ensalada caprese ahí.
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Via Frattina ha sido descrita como los ‘Campos Elíseos’ romanos. A lo largo de varios kilómetros, algunos de los diseñadores más reconocidos de Italia —y del mundo entero— revisten los escaparates de sus tiendas con el último grito de cada temporada. Empezó su ascenso a la élite del diseño en 1960, cuando se puso de moda por primera vez. Hoy es un referente mundial. En tiempos de COVID-19, si se quiere evitar la estancia en espacios reducidos y poco ventilados, ir a ver las vitrinas de las tiendas en la avenida más cara de Italia es en sí misma una experiencia cultural.
Después de dedicar 25 millones de euros a un proyecto de restauración monumental, el gobierno italiano decidió abrir nuevas secciones del Coliseo romano al turismo internacional. A pesar de que los esfuerzos siguen en curso, ya es posible visitar una parte de la ‘colmena subterránea’, que conecta la totalidad de los túneles del sitio por debajo de la tierra.
El Ministerio de Cultura en Italia prevé que el trabajo pueda terminarse para 2023. En aras de reactivar el turismo en Roma —y a nivel nacional— tras la pandemia, este proyecto promete que una de las atracciones principales de la capital tenga un agregado nunca antes visto. Alfonsina Russo, directora del Coliseo y su parque arqueológico, se sinceró con The New York Times diciendo que «Como puedes imaginar, fue un esfuerzo muy complejo».
No ir al Vaticano estando en Roma sería como perderse el Muro de los Lamentos en Jerusalén. De fondo, no se trata de una experiencia meramente religiosa. Por el contrario, la Basílica de San Pedro impone como un recinto cultural, histórico y político. Diversas corrientes artísticas, llevadas a cabo por los maestros de la élite artística a lo largo de la historia, despliegan su magnificencia al interior de la iglesia.
Construida sobre las reliquias de San Pedro —el discípulo de Jesús encargado de fundar su iglesia—, éste es uno de los recintos religiosos más grandes de Occidente. En honor al santo, una de las esculturas de cobre más grandes del medioevo se ubica a la derecha de la nave central. Es costumbre que los visitantes froten la superficie del pie, como señal de un buen augurio que les permita regresar a Roma pronto.
El Panteón siempre tuvo una finalidad ritual. Incluso desde sus orígenes, en el esplendor del Imperio Romano, se pensó como un espacio religioso para venerar a todos los pilares de la vida en Roma. Detrás de los pórticos y las columnas corintias de granito, cada nicho estaba destinado a una deidad diferente. Justo en el centro del domo, se diseñó un paso de luz para combatir la oscuridad del espacio.
Cuando la administración política del imperio viró hacia otros horizontes, se decidió que el antiguo templo construido por Adriano cambiara también. Sin muchos miramientos, se convirtió en un recinto católico. Aunque sigue siendo una iglesia, en la actualidad es gestionado por el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales. El mismo óculo custodia el espacio, como un centinela atemporal. Hasta hoy, si se mira a través de él, se puede ver el cielo.
Ésta es una de las cuatro basílicas mayores de Roma. Es también de las más antiguas: en el año 324, fue consagrada por Silvestre I. Así como otros templos imponentes de la ciudad, el techo de la nave principal está labrado con hoja de oro. Siguiendo el corredor principal, se enfila una sucesión de dirigentes de la Iglesia Católica. Al término de su administración política y espiritual, algunos de estos Papas se ganaron un lugar en los altares. Otros no consiguieron este honor máximo. En la iglesia se aprecia claramente quiénes sí lo lograron y quiénes no: la clave está en la aureola que les rodea la cabeza.
Conocida como Bocca della Verità, es una máscara pesada de mármol pavonazzetto. La piedra tiene la particularidad de que, aunque es blanca, sus vetas se tiñen de un morado intenso. Originalmente fue construida para el templo de Hércules en Roma. Sin embargo, no se sabe bien a bien cuál es el rostro representado, o si tenía una utilidad.
Algunos historiadores sugieren que podría ser Neptuno. Otros más piensan que se trató de la boca de una fuente, ya que los ojos y los labios están perforados y huecos. Aunque no hay certezas en este respecto, se puede encontrar atrás del Monumento Nazionale a Vittorio Emmanuele II. Es una curiosidad romana que sólo quienes han caminado la ciudad conocen.
Éste fue uno de los proyectos de arquitectura ornamental más importantes de Leon Battista Alberti. Con cerca de 40 metros de frente, representa una escena marítima protagonizada por el dios de los mares: Neptuno, acompañado por bestias de las profundidades y ninfas. Dice la leyenda que, si se arroja una moneda al interior de la fuente, se ganará el favor del dios, quien garantizará el regreso de la persona a la capital italiana.
Para hacerlo correctamente, sin embargo, hay que tener tres puntos bien presentes. Debe de hacerse de espaldas. La moneda tiene que lanzarse con la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Antes de que llegue al agua, se tiene que pedir un deseo, siempre relacionado a volver a Roma. Con el paso de los siglos, nadie sabe a dónde ha ido a parar tanta riqueza vertida por los turistas, centavo por centavo.
Hay pocos placeres tan italianos como mirar el atardecer con un gelato típico en la mano. Sin embargo, sólo quienes han visitado Roma en toda su extensión saben que hacerlo desde los escalones de la Piazza di Spagna tiene un gusto agregado.
Mientras cae el sol, la fachada de los edificios antiguos se tiñe de colores más cálidos. Sin importar la época del año, la ciudad se enciende en un fulgor distinto cuando la noche vence. Nieve, llueva o relampaguee, la escalinata ofrece ese espectáculo, siempre.
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