Berlín es una ciudad iconoclasta, que se empeña en favorecer los ejercicios de memoria, al tiempo que se mantiene a la vanguardia artística.
A los berlineses no les gusta la catedral de su ciudad. Por el contrario, la consideran arcaica, ostentosa y poco representativa de la línea sobria que sigue la capital alemana. Hija del Bauhaus, la Guerra Fría y conflictos bélicos de la historia reciente en Europa, Berlín es una ciudad iconoclasta y violenta en sus representaciones culturales. Por esto mismo, también, se mantiene consistentemente a la vanguardia intelectual y artística desde la segunda mitad del siglo XX.
A pesar de haberse unificado hace tres décadas, Berlín sigue siendo una ciudad fragmentaria en varios niveles. En consecuencia, es una ciudad diversa y contestataria a las decisiones de Estado, a la política internacional y a las dinámicas internas que favorece esta amplitud de puntos de vista. Sus barrios son la representación más clara. Estos son algunos de los más significativos:
Isla de los Museos de Berlín
El distrito cultural más importante de Alemania está concentrado en Berlín. Conocido como ‘Isla de los Museos’, está constituido por 5 magnas instituciones históricas, donde se guarda uno de los acervos arqueológicos, paleontológicos y artísticos más nutridos de toda Europa: Altes Museum, Neues Museum, Antigua Galería Nacional, Museo Bode y el Museo de Pérgamo. En términos de la alta cultura y la academia, estas instituciones son el punto álgido de la producción de conocimiento y conservación del patrimonio más allá de las universidades.
Originalmente, estos colonialista de las culturas dominadas en las campañas de expansión militar alemanas.
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Reichstag y Unter der Linden
Éste es el barrio más cercano al Muro de Berlín. Como tal, ha sido destruido y vuelto a construir por décadas. Después de incendios provocados, bombardeos y ataques de otros países, el Reichstag está coronado por el Parlamento Alemán. Uno de sus edificios más significativos está construido en cristal, en representación a este carácter frágil —y fácilmente abatible— que lo ha caracterizado en la historia reciente.
El barrio comienza con la avenida Linden. A pesar de ser atacada varias veces en las últimas décadas, conserva su esplendor prusiano original: ostentoso y barroco. El contraste es marcado con los restos del Muro de Berlín, que la ciudad ha conservado, de nueva cuenta, en un ejercicio de memoria con respecto a lo que los límites políticos les han empujado a hacer. Es aquí mismo donde se encuentra el Museo del Holocausto de Berlín, el primero y más grande en el mundo.
Barrio judío
Berlín es una ciudad de memoria. Constantemente, los transeúntes se confrontan con el pasado violento y genocida que sostuvo a la capital alemana por años. Entre los más duros, todavía figura el Holocausto, durante la Segunda Guerra Mundial. En honor a las víctimas del conflicto armado, la ciudad decidió insertar placas de latón en las calles, donde las personas judías fueron capturadas para su deportación.
Además de las Stolpersteine, nombre que reciben estos memoriales pequeños, las autoridades locales decidieron dejar otras marcas de la guerra en el Barrio Judío berlinés. Algunos edificios conservan las marcas de balazos y bombardeos perpetuados en la década de los 40, a manera de recordar las motivaciones racistas que condujeron a esa barbarie. El ícono más poderoso es el Monumento al Holocausto: una serie de bloques de hormigón erigidos en honor a las víctimas asesinadas por el Tercer Reich.
Kurfürstendamm
Éste es el barrio para ir de window-shopping en la capital alemana. Es donde las marcas más renombradas del diseño mundial tienen sus escaparates, y también, donde se encuentran los hoteles más lujosos. Durante los años del Muro de Berlín, éste fue el corazón Occidental de la capital alemana. En la actualidad, todas las calles están enmarcadas por árboles. Cada una cuenta con varias casas palaciegas, que pertenecieron a las familias más influyentes de Alemania en el siglo XIX.
Barrio de Friedrichshain – Kreuzberg
Así como Berlín tiene un espacio específico en donde se concentran los museos y las instituciones culturales, existe un sector específico dedicado a la contracultura y las representaciones urbanas efímeras. En este barrio están los mejores graffitis y murales de la capital —y posiblemente de todo el país. Algunas personas lo consideran una galería al aire libre.
Ahí, los artistas de gran formato contemporáneos tienen permitido realizar sus obras. Es un acuerdo tácito, ya que en otras secciones de la ciudad estas expresiones artísticas no están permitidas. Muchas de las piezas no están pensadas para generar una experiencia estética placentera en el espectador. Por el contrario, pretenden ser disruptivas e incomodar. Hay murales, por el contrario, que ocupan todo el frente de edificios enteros, y sí están diseñados para favorecer la arquitectura urbana.
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