Una actitud contemplativa inunda a los visitantes de los parques naturales de Japón, entre sus valles, volcanes con aguas termales, bosques que se pintan de los colores del otoño y más.
A su regreso de un viaje a la tierra del sol naciente, el lingüista Roland Barthes expresó que «el haikú reproduce el gesto indicativo […] que muestra con el dedo alguna cosa, diciendo tan solo: ¡esto!, ¡mirá allá!, ¡oh!, ¡ah!». En 17 sílabas, los japoneses acostumbran expresar experiencias estéticas decantadas de la observación del entorno.
El haikú es la forma poética tradicional nipona que pretende capturar una imagen natural en versos cinco, siete y cinco sílabas. Esta misma actitud contemplativa de asombro descansa sobre las áreas protegidas, que se conservan en la actualidad como parques naturales de Japón. Estos son algunos de los más icónicos en todo el país:
Kirishima-Kinkowan
La tradición sintoísta japonesa venera el poder espiritual divino que se ha infundido en los objetos del mundo, sin importar su categoría. Los humanos y las piedras cuentan con esta misma inspiración vital que proviene del universo, por lo que debe de ser celebrado. Por esta razón, los japoneses sienten un respeto religioso hacia la naturaleza y sus manifestaciones. Esta actitud meditativa con respecto a la naturaleza se puede apreciar en el Parque Natural Kirishima-Kinkowan, ubicado a dos horas en tren desde Tokio.
Además de acampar y practicar senderismo, los visitantes pueden acercarse al monte Sakurajima: un volcán activo que enciende las aguas termales vecinas de este parque natural de Japón. Se pueden tomar avionetas para sobrevolar el lugar, de manera que los turistas logren tener una visión panorámica de todo el sitio. Primavera es la temporada favorita para asistir, ya que las faldas de los montes se revisten del fulgor rosado de las Miyamakirishima en flor.
Te sugerimos: ¿Qué simbolizan los arcos torii, las puertas sagradas que se encuentran en todo Japón?
Nikkō, Parque Natural de Japón
Los japoneses consideran que todos los elementos de la naturaleza están interconectados entre sí. Por esta razón, en un esfuerzo por conservar la biodiversidad del país, los parques naturales de Japón se han instituido como ejes fundamentales para abordar las problemáticas ambientales que el mundo enfrenta hoy en día.
La premisa es sencilla, de acuerdo con un artículo publicado en Nature: si las personas tienen conocimiento y contacto con el mundo natural, será más fácil que generen lazos de empatía con éste. El parque nacional de Nikkō forma parte de este esfuerzo. Localizado en la región de Kanto, al interior de la isla principal de Honshu, cuenta con cascadas y amplias hectáreas verdes visitantes, que cambian de color con el paso de las estaciones en el año.
Rishiri-Rebun-Sarobetsu
Takashi Kuribayashi ha dedicado su trayectoria artística a repensar la relación posindustrial que los seres humanos contemporáneos guardamos con la naturaleza. Mucha de su inspiración proviene de los parques nacionales de Japón, que conservan ese encanto contemplativo inmemorial sintoísta. Al respecto, el autor dice que «si recuperamos nuestra forma original de ver la naturaleza, podríamos resolver nuestros problemas ambientales rápidamente».
El Parque nacional de Rishiri-Rebun-Sarobetsu, en la Prefectura de Hokkaidō, se despliega en la zona costera con este misma intensidad. Es fácilmente accesible desde la ruta nacional 40 de Japón, y se destaca de otras áreas protegidas por su flora alpina, así como por las vistas de los volcanes y otras formaciones rocosas generadas por la erosión marina.
Akan-Mashu
En Japón, la unión del ser humano con la naturaleza es un eje constitutivo de la cultura y las formas de vida, de acuerdo con el historiador de arte Toshio Watanabe, de la Universidad de las Artes de Londres. En la cima de un volcán dormido, un lago visitable en barco se extiende en todo el cráter. Éste paraje nevado en invierno, primavera y otoño es uno de los favoritos para miles de turistas que el parque nacional Akan-Mashu recibe anualmente.
Así como otros parques naturales de Japón, el senderismo y acampar bajo el cobijo de la bóveda celestes son imperativos para los visitantes. Los guardabosques están bajo el entendido de que eliminar las fronteras entre los seres humanos, la naturaleza y la tecnología no garantiza la protección del medio ambiente. Sin embargo, tal vez una cercanía más íntima con el entorno permita una relación más duradera y consciente con los recursos naturales. Por esta razón, Akan-Mashu permanece abierto al público.
Daisetsuzan
Al interior del parque natural Daisetsuzan, se encuentra el centro Higashitaisetsu, dedicado al estudio y conservación del paisaje japonés. La colección de insectos del recinto se eleva a 5 mil especies diferentes, así como a una variedad nutrida de mamíferos y aves que habitan directamente en el área protegida. De la misma manera, se han recabado artículos de obsidiana pertenecientes al periodo paleolítico, que se encontraron en las inmediaciones de la reserva.
Los esfuerzos de conservación que representan los parques naturales de Japón ya están dando sus frutos. A 20 años de haber iniciado el plan nacional de conservación, según el corresponsal de Nature, David Cyranoski, «la atención a la contaminación y otros problemas ambientales ha mejorado». Podría ser que el halo contemplativo que rodea a estos espacios, intactos todavía, haya sido la clave para la sensibilización al turismo y a la población nacional.
Sigue leyendo:
8 destinos turísticos imperdibles cuando viajes a Japón
Jigokudani: el valle del Infierno en Japón que puedes visitar en un ferry