Europa es mucho más que París y Roma: conoce ciudades amuralladas, puertos y fortificaciones medievales únicas en Europa del Este.
Cuando se piensa en hacer un viaje al otro lado del mar, las capitales favoritas son siempre París, Roma o Viena. Sin embargo, la región de Europa del Este esconde diversos destinos medievales que han mantenido su esplendor original. Flanqueadas por el mar o amuralladas por accidentes geológicos, diversas ciudades son fácilmente accesibles en barco, por tierra o directamente en avión. Éstas son algunas de ellas:
Dubrovnik, Croacia
Dubrovnik es una de las ciudades más antiguas de Croacia. Flanqueada por las aguas tranquilas del mar Adriático, es quizá la ciudad de Europa del Este más visitada en toda la región Dálmata.
Desde el siglo VII, tras su fundación, conserva las mismas estructuras alzadas durante la Edad Media. La prueba más clara de ello es que es una ciudad amurallada. Hay quien la considera como «la Atenas Dálmata».
Kotor, Montenegro
Kotor es la ciudad más visitada de Montenegro por las grandes navieras. Frente al mar, se extienden dos brazos de tierra que conforman la bahía más grande del país, lo que convierte al destino en una capital costera.
Es de las pocas ciudades balcánicas que conservan todavía sus fortificaciones medievales, y están construidas con piedra caliza casi en su totalidad. Esto contrasta con el hecho de que, durante el siglo XX, perteneció a una nación comunista. Por esta razón, en 1979 fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Te sugerimos: 8 destinos alternativos en Europa para visitar cuando termine la pandemia
Riga, Letonia
Como la capital de Letonia, Riga conserva mucho de su encanto imperial. Todas las obras arquitectónicas obedecen una paleta de color ocre, que oscila entre las tonalidades rojizas y marrones. En invierno, las casitas y edificios tradicionales se espolvorean de nieve, lo que hace que parezcan hechos de jengibre. Como todo gran destino de Europa del Este, la ciudad está atravesada por un río navegable que desemboca en el mar Báltico.
San Petersburgo, Rusia
San Petersburgo es considerada como la hermana menor de Moscú. La comparación no es casual, y radica en su carácter imperial ruso, coronado por la Basílica de la Sangre Derramada de Cristo. Fue construida por el emperador Alejandro II y, a pesar de las oleadas comunistas en el país, nunca fue derrumbada.
Históricamente, durante los años de la Unión Soviética, la ciudad cambió de nombre al menos tres veces: Leningrado y Petrogrado están entre algunos de ellos. Además, cuenta con algunos de los museos más ricos de todo el continente. El Hermitage se impone como el más lujoso de ellos.
Cracovia, Polonia
A las orillas del río Vístula, Cracovia es la capital científica, cultural y económica de Polonia. A pesar de que ya no es la capital política del país, es una de las ciudades más pobladas en todo el territorio.
El Casco Antiguo de la ciudad polaca atrae cerca de 8 millones de turistas al año, ya que mantiene un halo de misterio que se extiende desde el medioevo. Sin embargo, hay evidencia paleontológica de que la ciudad ha estado habitada desde el periodo paleolítico.
Tallin, Estonia
Tallin es quizá el puerto más grande al norte de Europa del Este. Como centro político y económico de Estonia, es sede del Parlamento nacional y otros edificios históricos. Quizás el más impresionante de ellos es la Catedral de Alejandro Nevsky: uno de los mejores ejemplos de templos ortodoxos que existen en la región por su innegable presencia sobria.
Sigue leyendo:
8 destinos turísticos imperdibles cuando viajes a Japón
6 destinos naturales que parecen salidos de otro planeta