Alejandro Magno pasó por la Carretera Costera de Makran con 30 mil soldados. Hoy, es parte de una vía turística internacional, y espiritual para los hindúes.
La Carretera Costera de Makran se reviste con el envite suave del Mar Arábigo. Adornada con formaciones rocosas únicas, y volcanes que escupen lodo en vez de lava, sirvió de camino hace más de 2 mil años para que Alejandro Magno y sus tropas se dirigieran a la antigua Babilonia en alguna de sus campañas expansionistas.
Aunque en ese momento no lo sabía, al llegar a la ciudad de Mesopotamia derrocaría al monarca reinante. Sólo así, después de años de estrategias bélicas, podría finalmente terminar su conquista de Persia, según documenta JM Sadurní para National Geographic Historia. Poco tiempo después de su entrada triunfal, moriría en su palacio recién adquirido en la capital.
Dos mil años más tarde, la misma carretera que cruzó el conquistador macedonio se sigue utilizando. Aquejada por los conflictos bélicos contemporáneos en el Sur de Asia, según lo describe el corresponsal de viajes Simon Urwin para la BBC, hoy funge como un recorrido espiritual y religioso para los pueblos hindúes aledaños.
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Un recorrido para ‘elevar el espíritu’
De acuerdo con Urwin, la Carretera Costera de Makran no sólo conecta varios países. Por el contrario, coronada por las aguas del mar árabe, rige en gran medida las economías de las familias locales: «sus brillantes aguas cerúleas están salpicadas de barcos de pesca en busca de anguilas, sardinas, cangrejos y langostas«, escribe el autor.
Aunque originalmente fue el recorrido que tomó Alejandro Magno para llegar a Mesopotamia, en la actualidad, la Carretera Costera de Makran se encuentra en Pakistán. A lo largo de 653 kilómetros, cruza toda la costa del Mar Arábico en el país, desde la provincia de Sindh, hasta la provincia de Baluchistan.
En este espacio, cientos de miles de adeptos al hinduismo siguen practicando ritos para ‘elevar su espíritu’ desde los picos más altos en las formaciones rocosas de la región. Así describe la experiencia en el sitio Amir Akram, un guía de turistas local:
«Decenas de miles de personas vienen de todas las provincias de Baluchistán y Sindh para el Mata Hinglaj Yatra», dijo Akram a Urwin durante su visita. «Encienden velas y arrojan cocos al cráter, declaran sus pecados en voz alta y piden perdón antes de tomar un baño purificador en el río Hingol. […] Es un viaje que: junto con realizar buenas obras en la vida, se cree que eleva el alma».
Los cientos de acantilados, montañas y formaciones rocosas milenarias que bordean la Carretera Costera de Makran son testigos de las peregrinaciones religiosas. A pesar de que es una vía importante que conecta a la población pakistaní con sus ritos sagrados, es la provincia menos poblada del país.
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Una carretera milenaria
Entre playas y desiertos, la Carretera Costera de Makran ha visto pasar a cientos de miles de personas a lo largo de la historia de Asia. De acuerdo con Akram, Alejando Magno viajó sobre este mismo camino con su ejército. Algunos a pie; otros, a caballo:
«En el 325 a. C. se dice que dirigió a 30.000 soldados de su campaña en la India a través del Makran hacia Babilonia [en el actual Irak]. Allí Fue un sufrimiento terrible en el calor y muchas bajas. Se cree que solo la mitad de los que comenzaron el viaje cruzaron vivos a lo que es el Irán moderno».
Otros historiadores son más escépticos a esta narrativa. Aunque efectivamente, es una ruta posible para haber llegado a Babilonia, hay escasos registros históricos que fundamenten este suceso. Lo que es un hecho es que, a lo largo de la costa del Mar Arábigo, los pakistaníes se siguen reuniendo para celebrar sus ritos sagrados en torno a las montañas.
A pesar de que se encuentra en la provincia menos poblada de Pakistán, la Carretera Costera de Makran lleva a uno de los parques nacionales más importantes de la región. El Hingol National Park, según lo describe Urwin, tiene paisajes rocosos similares a la superficie de la luna. Ésta es un área natural protegida que contiene algunas de las montañas más antiguas de Asia.
Así, la misma carretera que caminó Alejandro Magno con sus tropas sigue conectando los puntos sagrados más significativos de Pakistán. Unos, en la búsqueda para elevar su espíritu sobre los picos más altos de los volcanes; otros, queriendo acercarse a la frontera con Irán.
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