Los espíritus luminosos.
El nuevo y transitorio hogar viene acompañado de rutinas que me hacen sentir como si llevara yo ahí toda la vida, y como si no pensara irme jamás.
Por eso me gustan los barcos: porque me permiten conocer lugares nuevos y al mismo tiempo hacer una rutina desde el primer momento.
Soy partidaria de los barcos pequeños en donde nadie se ocupa de entretenerte o divertirte y eso encontré en el barco de la línea noruega Hurtigruten. Este barco hace a la vez el servicio de ferri y el turístico. Va bordeando la costa hasta el Ártico, y en cada punto que toca suben y bajan lugareños que, por algunos días, o a veces horas, conviven con los turistas.
Me zambullí en la literatura noruega. Entré en un mundo más obscuro y profundo que el que pude ver durante mi semana en aquel país escandinavo.
Las condiciones eran ideales: silencio, tranquilidad, paisajes de una belleza casi inaprehensible y un mundo que resultaba más que atractivo conocer y explorar.
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Para conocer más sobre esta aventura en el Ártico, consulta la revista National Geographic Traveler de noviembre.