La región de los lagos en Chile no dejaba de sorprendernos, pero sabíamos que tarde o temprano tendríamos que cruzar los Andes.
Nos dirigimos hacia la ciudad de Osorno para reabastecernos y prepararnos para el cruce hacia el lado argentino. Mucha gente nos advirtió que en Argentina se exige el seguro para las motos, así que paramos en una pequeña cabaña propiedad de un carabinero chileno, para hacer el trámite.
Pasamos un par de lagos y nos dirigimos hacia el paso fronterizo Cardenal Samore. Al principio la subida no fue tan escarpada, pero poco a poco la imponente cordillera se interpuso.
En medio de ambos países existe una sorprendente zona muerta, la cual fue testigo de la explosión del volcán Puyehue en 2011. La magnitud de la erupción fue tal, que no menos de 50 kilómetros del bosque están cubiertos por ceniza: los árboles muertos, casi petrificados, forman un escenario impresionante. Sin embargo, la naturaleza del lugar no dejó de sorprendernos, pues notamos que poco después de la ceniza la tierra luce flores y árboles.
Ante nuestros ojos apareció el Lago Correntoso, ya en el lado argentino, y finalmente el Lago Nahuel Huapi de azul turquesa. Y bordeando este cuerpo acuífero, pasando por miles de árboles con flores amarillas, llegamos a San Carlos de Bariloche, la capital del esquí argentino.
Este lugar da la impresión de estar empotrado en medio de los alpes suizos, por su arquitectura, trazado y paisaje, pero es parte de la Patagonia argentina. Aquí pudimos probar de primera mano la famosa comida argentina, con unos maravillosos ñoquis y un bife de chorizo. También conocimos el tipo de cambio «blue» donde se pueden vender dólares clandestinamente y obtener mejores precios que en los establecimientos oficiales.
Durante los siguientes días pasamos recorriendo la zona, hacia el sur al lago Gutiérrez, el monte Catedral y el Bolsón. No nos encontrábamos en época de esquí, pero de todas formas vimos las pistas del lugar. En las calles de Bariloche conocimos a un colega «motoquero» quien se ofreció a mostrarnos los alrededores. Pasamos por Villa Suiza, el Santuario del Cóndor y subimos a lo alto del cerro Otto para ver una panorámica de la ciudad.
Al final tuvimos que decir adiós y regresar a Chile para nuestro próximo desafío, la carretera Austral.