Imán para quienes buscan tranquilidad y paz, Cannes es mucho más que su famoso festival de cine.
Esta pequeña ciudad satisface por igual a franceses y extranjeros en busca de calma, contacto con la tradición y el flujo apacible de la vida provinciana; y a quienes prefieren la sofisticación y el caos fascinante de las multitudes persiguiendo a los galanes y divas.
Al caminar por sus callecitas pareciera que el tiempo se ha detenido, lo que contrasta con el torbellino del festival de cine internacional que este año cumplió 63. Cannes es mucho más que la sede de un megaevento mediático, una ciudad encantadora, llena de magia y zonas peatonales impregnadas de la historia de los pueblos del Mediterráneo y de la Provence francesa. Es un excelente destino para viajeros de yates y cruceros. Uno de sus encantos es su oferta gastronómica refinada, con sus pequeños restaurantes en la parte antigua, siempre rebasados por comensales ávidos de degustar la comida provenzal.
Al bajar la cuesta desde Le Suquet, patrimonio medieval ?punto más alto de la ciudad? con la mejores vistas de la bahía de Cannes, se llega a la marina y luego a la Croisette, con sus hoteles elegantísimos y un malecón que recuerda películas como Casa Blanca. Entre los destinos de la Costa Azul francesa, Cannes es la estrella, te revelamos algunos de sus secretos.
Sabor Histórico
Te sugerimos hospedarte en Le Suquet, para viajar a la Edad Media sin renunciar a las comodidades del Hotel des Orangers. Así podrás empezar tu día en alguno de los cafés de la Rue Saint Antoine o alrededor del Marché Forville, disfrutando el sabor inconfundible de Provance. El mercado es un magnífico escenario, en las primeras horas del día verás aparecer a las vendedoras de flores, los pescadores, los verduleros y los fruteros.
También constituye una experiencia estimulante «perderte» en las callecitas de Le Suquet, hasta que encuentres la Rue de la Castre que te llevará directamente a la torre del reloj (el punto más alto de Cannes) y a la iglesia de Nôtre Dame D?Espérance en la Plaza de La Castre, ejemplo del gótico provenzal. Una vez ahí podrás admirar la bahía de Cannes y La Croisette desde las alturas. Desde la plaza, sólo toma cualquier callecita que baje y llegarás al Muelle de Saint Pierre. Vale la pena caminarlo y admirar la marina.
Luego toma la calle Felix Fauré, paseo peatonal lleno de tiendas de curiosidades de la Costa Azul. Ahí puedes comprar alpargatas y jabones de Provence, souvenir exquisito y tradicional. Esta calle se convierte en Rue D?Antibes, el equivalente a la Quinta Avenida de Nueva York, pero el ritual aconseja, antes, una parada en la quesería Ceneri y en la pastelería Jean-Luc Pelé, de la calle Meynadier, un festín para los gourmands más exigentes.
No olvides que los franceses son muy quisquillosos para los horarios de las comidas y no te atienden a cualquier hora. Poco antes de la una, si estás cerca de la calle Hoche, puedes hacer una parada en Da Laura, un restaurante italiano excelente; después regresar a la Rue D?Antibes para tomar la Rue des Belges con dirección al mar y llegar a una de las esquinas más concurridas de Cannes. A la vista está Hediard, punto estratégico para los sibaritas: esta tienda ofrece las mejores marcas de caviar, salmón, chocolate, mermeladas, cafés y tés.
Báñate en el Mediterráneo
Disfruta un día entero en la Croisette. Te encantará el Hotel Majestic Barrière, símbolo de elegancia y lujo. Después de caminar por el malecón, renta un camastro en la playa del Majestic, así disfrutarás plenamente del Mediterráneo en un refugio del bullicio de la Rue d?Antibes.
Tras un día agotador y de tanto sol te mereces una cena en Le Bistrot Gourmand, un restaurante delicioso con productos frescos de la región; pero si lo que buscas son ostras frescas, te recomendamos ir a Chez Astoux, un clásico de Cannes. Para una cena rápida y más relajada puedes ir a L?Annexe, donde las ostras son deliciosas; disfruta de un aperitivo y pide el plato del día.
Si de copas se trata, el Carlton, sinónimo de elegancia, es ideal; pero si prefieres una cerveza, tu lugar es el bar Petit Mejestic, de ambiente bohemio y tal vez el preferido por la mayoría de los nativos, los periodistas y estrellas cine con gustos alternativos, este lugar suele ser el perfecto cierre del festival.
Alrededores de Cannes
Los conocedores recomiendan un viaje en barco a la isla-monasterio Saint Honorat, donde monjes cistercienses, desde hace 16 siglos, mantienen una comunidad que se distingue por armonizar la vida de oración con el cultivo de viñedos excelentes y la fabricación de un vino con prestigio mundial.
Escápate en tren a la bellísima ciudad de Antibes y permite una visita al hermoso Hotel du Cap, pasea por sus jardines y terrazas con vistas espectaculares al mar. Desde el tren puedes admirar diferentes tonalidades del azul mediterráneo, playas rocosas características de la Costa Azul y hermosas villas de la nueva aristocracia. Antibes es la única ciudad de la costa rodeada de murallas. El Museo Picasso ubicado en un castillo y las numerosas galerías- talleres de artistas locales, son un complemento perfecto para el fin de semana en Cannes.
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