Diego Gómez Pickering nos da un recorrido a través del secreto mejor guardado de Colombia: un río de colores llamado Caño Cristales.
Cada año, en las tierras bajas donde los Andes se encuentran con la Amazonía y la cuenca del Orinoco, los ríos y arroyos que se forman en la época de lluvias crean sobre las rocas de arena un arcoíris acuático, que va del verde esmeralda al violáceo, pasando por el rojo, el amarillo y el rosado. Un caleidoscopio de colores que enamora la pupila a primera vista: Caño Cristales, el secreto mejor guardado de Colombia.
El Parque Nacional Sierra de la Macarena, en el departamento colombiano del Meta, es la reserva natural más antigua del país. Fue creado en 1948 para proteger los diversos ecosistemas que lo componen, entre los que se encuentran selvas húmedas, bosques inundables, matorrales y sabana. Con más de 629,000 hectáreas y una antigüedad biológica de más de 1,200 años, es pionero de la protección ecológica en Colombia y uno de sus más importantes bastiones de biodiversidad. Está compuesto por una extensa serranía de sotobosques, ríos de lluvias y cascadas, y, gracias a sus particulares condiciones de aislamiento, es hogar de múltiples especies endémicas de flora y fauna. Aunque su protagonista indudable es la “macarenia clavigera”, la planta de los mil colores.
Macarenia clavigera, la joya de Caño Cristales
El nombre científico de la planta acuática que ha dado fama y reconocimiento a Caño Cristales rinde honor a la sierra que le da cobijo en los fondos de sus ríos de aguas pluviales (La Macarena) y explica la forma en que sus raíces se adhieren a las piedras calcáreas en el lecho de los arroyos del área natural (clavija).
Las macarenias cubren como si fueran alfombras de arcoíris los fondos de riachuelos y torrentes. Gracias a su peculiar proceso de fotosíntesis que adecúa su grado de exposición al sol y la composición mineral de suelos y aguas, sus hojas y flores se dan en la más amplia gama de colores, desde el violeta azulado hasta el rojo atintado, sin pasar por alto varios tonos de anaranjado, amarillo, verde y rosa. Observar su floración entre los meses de junio y octubre, cuando las lluvias regresan la vida a la Sierra de la Macarena tras el tiempo de sequía, es un espectáculo que nadie debería perderse.
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Un secreto a voces
Hasta hace poco más de una década, Caño Cristales y su manto multicolor constituían un destino inaccesible para científicos, turistas o aventureros. Durante años, el control del territorio sobre el que se asienta el parque natural estuvo en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), uno de los varios grupos armados que a finales del siglo XX y principios del presente, desangraron al país andino, diezmando su economía, prestigio, estabilidad y tejido social. La ausencia del Estado sumó al aislamiento geográfico de La Macarena aislamiento político y social, que, en conjunto, lograron preservar, casi intactos, los tesoros naturales de la región.
Hoy, con vuelos directos desde las principales ciudades del país, acceder a La Macarena, y a través de ella a los vibrantes ríos de colores que conforman Caño Cristales, resulta práctico, seguro y accesible. Los topes de visitantes diarios impuestos por Parques Nacionales de Colombia y la prohibición de portar plásticos de un solo uso, cigarrillos o cremas y protectores solares no biodegradables dan certidumbre sobre su sustentabilidad a futuro. Sus iguanas, tortugas, micos tití, monos aulladores, caimanes, pavas hediondas, armadillos, tapires, colibríes y pecarís garantizan, con su arcoíris fluvial de macarenias multicolores, la más cálida de las bienvenidas.
Este texto fue escrito por Diego Gómez Pickering, periodista, escritor y diplomático mexicano. Su libro más reciente es “África, radiografía de un continente” (Taurus, 2023). Puede encontrarlo en X como @gomezpickering.
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