Los caminos hacen que fluya la adrenalina, pero la recompensa es grande.
En el estado de Colorado, en las Montañas Rocosas, un viaje en casa rodante se convierte en un desafío para el conductor, aunque la recompensa es grandiosa, sobre todo en otoño.
El camión baja a toda velocidad por la Million Dollar Highway, como si se tratara efectivamente de ganar millones de dólares. Con su remolque, que parece doblarse por el peso de los troncos, el camión toma una curva cerrada de la estrecha carretera montañosa.
Queda poco espacio en el carril contrario por donde sube la autocaravana. Sin embargo, todo sale bien. El camión pasa volando a escasa distancia. La adrenalina en el cuerpo de los viajeros vuelve a bajar. Puede continuar el viaje en el largo RV, un "Recreational Vehicle", tal como se llaman las grandes autocaravanas en Estados Unidos.
El vehículo mide 11 metros, incluido el portabicicletas en la parte trasera. Tampoco aquí en Estados Unidos, el país del automóvil, es fácil conducir este vehículo: hay que abrirse mucho antes de tomar la curva; el radio de giro es tres veces mayor que el de un automóvil.
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Después de un largo viaje llegamos por la noche al destino de la primera etapa, el Monumento Nacional de Colorado, cerca de la ciudad de Grand Junction, en el oeste montañoso del estado. A la mañana siguiente, en vez de tomar el café damos un paseo abrigados con chaqueta de plumas sobre la meseta de unos 1,500 metros de altura.
La autocaravana está estacionada a solo algunas decenas de metros del borde del cañón. La vista del valle del Colorado es fabulosa: en el horizonte aparecen envueltas en niebla las arrugadas Montañas Rocosas; a los pies se ven las famosas formaciones de piedra arenisca con sus monolitos, que se alzan hasta una altura de 150 metros. Con los primeros rayos de sol se tiñen de rojo.
La carretera turística Rim Rock Drive, a lo largo del borde del Gran Cañon, terminó de construirse en 1950 y llega hasta una altura de 2,000 metros. La autocaravana pasa delante de una formación de rocas del tamaño de una casa, baja al valle y luego se dirige a Ouray. Esta localidad está situada a una altura de unos 2,350 metros. En el pasado, los habitantes vivían del oro y la plata. Hoy, Ouray debe su existencia al turismo.
Por la mañana visitamos a Linda Wright-Minter, propietaria del "Wiesbaden Motel". El alojamiento es una casa de madera poco llamativa pero que tiene su encanto. En el sótano hay un spa. Al salir del vestuario, uno llega rápidamente al centro de la montaña, a la Vapour Cave, una cueva con vapor. Las paredes rocosas lavadas por el agua son húmedas y brillan a la luz de una lámpara minera. En una piscina con muros de hormigón corre el agua de una fuente caliente. Un baño de diez minutos hace que uno se sienta tan agradablemente agotado como después de un circuito de sauna.
La fuente ya la utilizaban los indios ute alrededor del año 1800. Más tarde, el gran jefe Ouray construyó su casa en la parte superior de la pendiente. El cacique entró en la histoia como mediador entre indígenas y blancos. Sobre las ruinas de la casa se construyó después una cabaña cuyo decorado interior es exactamente igual que en la década de los 50. Linda alquila la cabaña a huéspedes como Roland McCook, el tataranieto del jefe Ouray. "Somos amigos", dice Linda, de 76 años.
Después de la peligrosa etapa por la Million Dollar Highway y las Montañas de San Juan, la autocaravana llega en algún momento a Silverton, pasando por los vestigios de la época de la fiebre del oro. Sin embargo, lo más impresionante son las vistas panorámicas: cimas cubiertas de nieve como manchitas ante un cielo azul, pendientes que brillan con un tono amarillo y abetos de Douglas de un color verde oscuro.
Desde Silverton, el viaje continúa en dirección a Pagosa Spings. Vamos a "The Springs Resort & Spa", situada a orillas del río San Juan. La casa es una de las tres instalaciones en la ciudad que usan las fuentes calientes para baños. Las 23 piscinas al aire libre están envueltas en un vapor de agua que comienza a brillar cuando el sol se asoma sobre las cumbres. Las piscinas se alimentan de la fuente madre y del río frío, por lo que las temperaturas oscilan entre 25 y 45 grados. Después de poco menos de 200 kilómetros, estacionamos la casa rodante en una bien dimensionada plaza de aparcamiento del Pinyon Flats Campground, en el parque nacional Grandes Dunas de Arena. Ya ha caído la noche. A la luz de la luna se ven grandes montones de arena que casi se asemejan a pasteles. El efecto se debe a que las dunas están situadas en medio de las Montañas Sangre de Cristo, que tienen muchos picos de más de 4,000 metros.
Durante el viaje a las dunas es necesario cruzar el Medano Creek, un río poco profundo pero ancho. Después, la subida a una de las dunas es agotadora, a pesar de que la arena aún está dura por las bajas temperaturas nocturnas. La duna más grande tiene una altura de 230 metros y es la más alta de Estados Unidos. La luz matutina proyecta sombras profundas. Al final degustamos al aire libre, a los pies de las dunas surrealistas, un pequeño desayuno sacado de la nevera de la autocaravana.
El camino de regreso a Denver ya no pone a prueba los nervios del conductor. Cerca de Colorado Spring se alza el Pikes Peak, un pico de 4,301 metros de altura al que los turistas pueden subir en el ferrocarril de cremallera más alto del mundo. Sin embargo, en la recta final del tour en autocaravana, los viajeros queremos ser fieles a nuestro vehículo.
Información básica
Cómo llegar: En avión a Denver. Los precios de alquiler de una autocaravana por 14 días arrancan para el otoño van desde 440 dólares por persona, incluido un seguro sin franquicia y con 200 kilómetros libres por día.
Cuándo viajar: En otoño, las temperaturas pueden subir a más de 20 grados incluso a una altura de casi 2,000 metros. Sin embargo, en esa época del año ya se pueden producir heladas durante la noche. En invierno pueden quedar cerrados algunos pasos de montaña.