Japón es un sitio repleto de construcciones y paisajes asombrosos. Estos se suman a una cultura llena de tradiciones ancestrales increíbles. Una de ellas es el haiku: un tipo de poesía que suele inspirarse en la naturaleza del país del sol naciente o en algunas ciudades japonesas. Se trata de poemas cortos, pues tienen solo tres versos escritos con 17 sílabas.
De acuerdo con Britannica, el haiku tiene su origen en la literatura del siglo XVII. Sin embargo, se le reconoció como tal hasta dos siglos más tarde. Desde entonces, se convirtió en una disciplina relativamente común en Japón. Por lo tanto, cada vez fueron más los japoneses que se atrevieron a describir -por ejemplo- el cambio de una estación del año a otra en este curioso estilo poético.
«El hokku (a menudo llamado indistintamente haikai) se conoció como haiku a finales del siglo XIX, cuando fue completamente despojado de su función original de abrir una secuencia de versos. Hoy en día, el término haiku se utiliza para describir todos los poemas que utilizan la estructura de tres líneas y 17 sílabas, incluso los primeros hokku», señala Britannica.
Ahora bien, aunque el origen del haiku sea japonés, no necesita escribirse con kanji. Es decir, lo que define este tipo de poesía no es el lenguaje en el que está escrito, sino su estructura. Consecuentemente, esto llamó el interés del mundo y muchos extranjeros se atrevieron a practicar sus haikus. De hecho, su popularidad creció significativamente después de la Primera Guerra Mundial.
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Una buena oportunidad para motivar la escritura de un buen haiku es visitando Japón. La ciudad ideal para hacerlo es Matsuyama, pues se le reconoce como la capital de este tipo de poesía. Por ello, es común encontrarte en sus calles buzones para entregar haikus. Además, son comunes los concursos de poesía y los bares diseñados exclusivamente para que los clientes practiquen su lado más poético.
Otra buena opción es recorrer la región de Tohoku, al norte de Japón: un sitio montañoso y lleno de senderos naturales. Durante la segunda mitad del siglo XVII Matsuo Basho, uno de los escritores más prolijos de haiku, recorrió dicha región y documentó su viaje en el relato Oku no Hosomichi. Entonces, visitar Tohoku podría motivar tu escritura como sucedió con el legendario Basho.
Ahora, aunque Tokio ahora es una ciudad llena de edificios, su entorno caótico es -cuando menos- llamativo para escribir sobre él. Además, al este de la capital se encuentra el Museo Basho, pues el escritor solía considerar esa parte de la ciudad su hogar. Por supuesto, cuando aún se trataba de un sitio rural y sin rascacielos modernos.
Estas son solo tres opciones entre todas los maravillosas ciudades japonesas. En realidad, cualquier lugar de las islas podría inspirar un gran haiku. Finalmente, recorrer el país entero (o al menos una buena parte) es una experiencia cercana a la que los haikus antiguos describían: una mágica y llena de escenarios asombrosos.
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