Escondidas, poco populares, pero igual de fascinantes, estas ciudades prehispánicas escondidas en México pueden ser tu siguiente aventura de fin de semana.
Hay mucho más mundo precolombino que sólo Teotihuacan y Chichén Itzá. De hecho, acurrucados entre los montes y mesetas de México, otros yacimientos antiguos también están abiertos al público. Aquí te mostramos algunas de las ciudades prehispánicas ‘escondidas’ que puedes visitar en todo el país.
Tepeapulco (Hidalgo)
También conocida como el Xihuingo (“lugar donde se calcula el tiempo”) por encontrarse al pie del cerro del mismo nombre, esta zona arqueológica hidalguense se ubica a tres kilómetros de la ciudad de Tepeapulco. Su pirámide, El Tecolotle, está orientada hacia el poniente y sirve como eje de una avenida semejante a la Calzada de los Muertos.
Sin embargo, sus similitudes con Teotihuacán van más allá, pues dicha construcción se conforma por tres cuerpos escalonados al puro estilo talud-tablero teotihuacano. Además, los acantilados que rodean esta zona tienen algunas cruces punteadas como las que servían para realizar cálculos astronómicos en la “Ciudad de los Dioses”, y podrían estar relacionados con el nombre de la zona.
Numerosos petrograbados que datan del 200 al 500 d. C. se localizan en las paredes rocosas cercanas, así como dos pinturas rupestres en color rojo: El Tecolote, donde se representan hombres armados con varas, y Las Tres Peñas, con huellas de manos humanas y símbolos geométricos cuyo significado aún se desconoce.
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Yohualichan (Puebla)
“La casa de la noche” fue el primer asentamiento mayor del imperio Totonaca del 200 al 900 d. C. –con su mayor apogeo durante el 600–, en lo que hoy es el norte de Puebla, a solo ocho kilómetros del Pueblo Mágico de Cuetzalan.
Con una clara influencia de la cercana ciudad de El Tajín – a menos de 60 kilómetros, en el actual estado de Veracruz–, su estilo arquitectónico se caracteriza por la presencia de nichos sobre las fachas de sus pirámides, los cuales podrían representar el día y la noche, la luz y la oscuridad, un distintivo de la cultura que posteriormente se aliaría con los españoles para conquistar Tenochtitlán, en 1521.
Yohualichan está compuesta por un conjunto de plataformas naturales sobre las cuales se edificaron estructuras que rodean su plaza principal; en uno de sus costados, un juego de pelota de 94 metros de largo se enmarca por dos muros en talud que solían sostener los aros por medio de los cuales habría de decidirse el resultado de esta ceremonia sagrada.
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La Quemada (Zacatecas)
Ubicado a 56 kilómetros al sur de Zacatecas, este sitio es el más monumental en el centro norte del país gracias a su arquitectura, similar a las zonas arqueológicas del sur de México. Aún conserva su juego de pelota, palacio, templo y una ciudadela amurallada al norte; sin embargo, aún existen dos grandes misterios entorno a este sitio: el origen de su nombre y si es o no la ciudad que usaron los mexicas durante nueve años, antes de llegar al valle del Anáhuac.
Lo que es un hecho es que, en algún momento, el lugar fue incendiado y abandonado. Historiadores como fray Juan de Torquemada, la llegaron a asociar a la mítica Chicomóztoc con base en los estudios que hicieron sobre la tradición indígena.
Hoy, la arqueología ha podido demostrar que su época de mayor esplendor fue entre 300 y 1 200 d. C., y que formó parte de una red comercial que se extendía del norte de Zacatecas hasta la cuenca de México, en la que comercializaban las vetas que extraían de la zona. Además, cuenta con un museo de sitio que tiene datos sobre el desarrollo de la región e incluye maquetas de este y otros asentamientos en el estado, como Loma San Gabriel y Chalchihuites.
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Calakmul (Yucatán)
En la parte sur de Campeche se encuentra Calakmul, un espacio recóndito que bien vale la pena visitar por su naturaleza asombrosa. Su nombre significa “Dos Montículos Adyacentes” en maya (Ca: dos, Lak: adyacentes y Mul: montículo artificial o pirámide), que hace referencia a las dos grandes estructuras que dominan la selva.
Aquí se encuentra una de las muestras más grandes de la historia y la cultura maya, pues se concentran diversas zonas arqueológicas en una basta extensión de selva; pero esta tan solo es una parte del atractivo, la otra es estar inmersos en un ambiente natural donde nada ha sido modificado, por lo que se pueden encontrar algunas especies como osos hormigueros, monos araña, tigrillos, leoncillos, ocelotes, monos aulladores e incluso tapires.
Por ello, la selva ha sido declarada Reserva de la Biosfera, mientras que las ruinas hoy son reconocidas como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Calakmul ofrece una inmersión tanto en la historia como en la naturaleza del antiguo mundo maya.
Éste es un artículo colaborativo entre Alina Garduño, Marissa Espinosa, Erick Pinedo y Karen Alfaro, colaboradores de National Geographic Traveler.
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