Una fila de tuk tuks espera a la salida del aeropuerto de Siem Reap a los viajeros que llegan con la expectativa de ver la ciudad perdida del Reino de Camboya: los templos de Angkor Wat. La bandera nacional, con la silueta de los templos en el centro, flamea en cada esquina de esta pequeña ciudad de 150.000 almas. Angkor Wat fue el epicentro del poderoso imperio Jemer que dominó los actuales territorios de Camboya, Laos, Tailandia, Vietnam, parte de Birmania y de Malasia durante 600 años, entre los siglos IX y XV.
En medio de la selva tropical, este complejo arqueológico de 200 kilómetros cuadrados, sólo es comparable con Machu Pichu y Petra. La multitud avanza por una enorme explanada de piedra que se convierte en escalinata y luego en puente sobre un lago de 200 metros de ancho y entonces sí, aparece la majestuosa silueta del templo central, de más de 1000 metros de frente y cinco torres que se refleja en el agua. Nuestro chofer y guía Ratana nos dice que volveremos al amanecer cuando los colores lilas y naranjas del cielo le otorgan aún más esplendor.
Angkor Wat, la mayor estructura religiosa jamás construida, también fue el centro político del imperio Jemer y llegó a albergar veinte mil personas. Los bajorrelieves en excelente estado de conservación permiten imaginar las danzas, batallas y la consagración al dios Vishnu. De las cinco torres en forma de loto, la central alcanza los 65 metros y, subiendo a la cúspide, se tiene una vista espectacular del ingreso, el lago y la selva.
Ta Prohm, donde naturaleza y piedra luchan una batalla desigual, fue el escenario de la película Tom Raider. Allí vivieron doce mil monjes, y hoy enormes árboles han abrazado paredes, puertas y torres con sus raíces. Este fue el único templo que no fue restaurado por la École française d’Extrême-Orient para mostrar el estado en el que se encontraban los templos a finales del siglo XIX.
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Otro sitio imperdible de este colosal complejo es Angkor Thom, la ciudad real amurallada construida en el siglo XII. Levantada a orillas del río Siam Reap, su forma casi cuadrada de 3 kilómetros de lado está protegida por un muro de ocho metros y rodeada de un foso con agua. El puente de ingreso está custodiado por dos hileras de enormes cabezas a ambos lados que representan los dioses y demonios. Dentro está Bayon, un enigmático templo con 54 torres que tienen esculpida la cara de Buda en cada uno de sus cuatro lados, lo que suman más de 200 rostros de Buda.
Tras todo un día de subir y bajar escaleras de piedra en los templos, Ratana nos dejó en el hotel donde la piscina, el jardín y el concierto de grillos, fue un merecido regalo. Y nos recordó que pasaría por nosotros una hora antes del alba.
Siem Reap acepta su destino de vivir a la sombra de la gloria de Angkor, aunque cuenta con tesoros del presente como los campos de loto donde enormes flores tapizan grandes extensiones. A estos campos naturales, se suma su cultivo comercial. El corazón amarillo de la flor es comestible, la hoja, redonda y resistente, es utilizada por los puestos de comida callejera para servir platillos en lugar de usar envases de plástico y las fibras del tallo pueden hilarse y urdir una tela suave y delicada.
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Estos campos ofrecen visitas guiadas al igual que las granjas de la seda. Ratana nos llevó en su tuk tuk hasta Artisans d´Angkor, una cooperativa que da trabajo a 1200 mujeres. La visita permite entender cómo el gusano se convierte en sofisticadas piezas textiles. Plantaciones de mora rodean la fábrica ya que al gusano le gusta especialmente su hoja. Cuando se hace capullo y envuelve en su delicado hilo, las mujeres lo devanan, decoloran, tiñen y en el telar lo transforman en metros de seda, que más tarde serán vestidos, chalinas y carteras.
De vuelta al hotel en el tuktuk, una última mirada a los campos de loto con la luz oblicua del atardecer, nos dejó un recuerdo de esta pequeña ciudad camboyana, tan potente como la de Angkor Wat.
Desde México, la mejor ruta es ir vía Los Ángeles con Aeroméxico y Singapore Airlines. Son 32 horas de vuelo con dos escalas, desde 1647 dólares, ida y vuelta.
Desde Buenos Aires, la mejor ruta es vía Dubai con Emirates y Bangkok Airlines. Son 34 horas de vuelo con dos escalas desde 6238 dólares, ida y vuelta.
Camboya no tiene embajada en México ni en Argentina. La visa se debe tramitar online en www.evisa.gov.kh. Tiene un costo de 36 dólares, se emite en 3 días y tiene validez por tres meses.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para viajar al sudeste asiático las vacunas contra hepatitis A, hepatitis B, tétanos, rubeola, sarampión, paperas, difteria y fiebre tifoidea.
Este texto fue escrito por Silvina Pini y las fotos son de Mario Cherrutti. Puedes conocer más de su trabajo en @cherruttipinitravelers.
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