Durante las noches del 1 y 2 de noviembre, México se viste de cempasúchil para celebrar el Día de Muertos. Así se vivió este año.
Copal, comida y cempasúchil: el Día de Muertos en México es una celebración de unión. O más bien, de reunión entre dos planos de existencia. Desde la época prehispánica, la muerte se entiende en el país como una continuación de la vida, y no como su contraria. Los festejos cambian según se hayan adoptado en diferentes estados de la República. Las siguientes son algunas de las manifestaciones culturales más importantes en el país.
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La danza de los pescadores (Pátzcuaro, Michoacán)
«La muerte deja un dolor puntiagudo y ardiente en el corazón«, dice la fotoperiodista Alessandra de Zaldo sobre su experiencia en Pátzcuaro, Michoacán, en noviembre de 2018. Ésta es quizá la localidad más famosa en todo México para celebrar Día de Muertos.
«En los panteones», narra De Zaldo, «las flores de cempasúchil son fosforescentes, alumbran más que las mismas velas de luz». A lo largo del día, el olor a copal inunda el camposanto.
El día arranca con música tradicional, que da pie a la danza de los pescadores. Para ello, se caza un pato «únicamente con lanza», detalla la colaboradora de National Geographic en Español, de manera que los dolientes puedan esperar a sus difuntos a lo largo de la madrugada.
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Fiesta de las Ánimas (Michoacán)
Entre las comunidades indígenas purépechas, la Fiesta de las Ánimas inicia desde días previos al 1° y 2º de noviembre, los panteones y casas se visten de colores con flores de cempasúchil, velas, fruta, pan e incienso. Las familias montan majestuosos altares en sus hogares y tumbas de sus seres queridos. Se purifican espacios, se lleva ofrenda, se reza, hay ambiente festivo y al mismo tiempo se percibe profundo sentido comunitario y orden ceremonial.
Contrario a lo que muchas personas piensan, los purépechas no celebran a la muerte, sino la vida continuada o “la otra vida”. Con ello la oportunidad de una vez al año coincidir, encontrarse y convivir los de este mundo con los del otro que ya han partido. Por ello, las familias se reúnen a comer con sus seres queridos que vienen del “más allá” y ofrecen lo mejor que tienen: comida, flores y adornos. Ésta es una más de las transformaciones culturales del Día de Muertos en México.
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Mixquic (Tláhuac)
Durante el primer día del mes de noviembre, cuando se oculta el sol, se encienden las velas y comienza la celebración. Aquí podrás escuchar mariachis que amenizan la noche. Por otro lado, hay concursos de calaveras de cartón. Además, algunas personas acompañan a un cortejo fúnebre escenificado. Aquí la «viuda» lanza frases picarescas a la gente por la «pérdida de su esposo».
A partir de las 19:00 horas, la gente llega a las tumbas para decorarlas con flores e iluminarlas con veladoras. Las ofrendas que se colocan sobre las tumbas y las flores que adornan las casas de este pueblo colorean una tradición que «alumbra» el camino para las almas de los muertos que acuden en estas fechas.
Megaofrenda (Zócalo de la CDMX)
La plancha del Zócalo de la Ciudad de México se cubrió con tapetes de Huamantla. Típicamente, los pobladores originarios de esta municipalidad en Tlaxcala, al centro del país, realizan tapices monumentales hechos de flores. Decenas de artesanos nativos imitan los patrones coloridos de esta tradición milenaria, año con año, como parte de la Megaofrenda en el Centro Histórico.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene registros de que Teotihuacan se fundó hacia el año 1325 a.C. Conocida en la antigüedad como la Ciudad de los Dioses, fue uno de los centros ceremoniales más poderosos del actual México. Para los teotihuacanos, el culto a la muerte era natural: rendían homenaje a sus gobernantes y seres queridos que ya habían trascendido, con altares y ofrendas vistosas.
Esta tradición milenaria se ha traducido en la actualidad a una reunión de manifestaciones culturales en el Centro Histórico: grafiti, ornamentación floral, cerámica. Todas ellas se cristalizan en la Megaofrenda, que se erige año con año en la plancha del Zócalo.
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Desfile de Día de Muertos (CDMX)
Una caravana de calaveras inunda Reforma, la arteria principal que conecta a la Ciudad de México con el Centro Histórico. Vestidas con trajes típicos de diferentes partes del país, las mujeres ondean faldas multicolor mientras que los hombres se pavonean con los mejores trajes charros del Bajío. Así inicia la celebración del Día de Muertos en México.
Las fiestas, sin embargo, no giran en torno al desfile que organiza el gobierno capitalino. Por el contrario, datan de hace más de 3 mil 300 años. Aunque en otros países se le asocia a la noche de brujas o a Halloween, la realidad es que estos festejos no tienen nada que ver con la tradición ancestral que se conmemora en México.
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Preparación de la ‘Cerámica de la Noche’ (Oaxaca)
«En el pueblo oaxaqueño de San Bartolo Coyotepec, la leyenda sostiene que el barro está bendito», escribe Rachna Sachasing, colaboradora de National Geographic. La autora visitó a los artesanos zapotecas directamente ahí, para realizar un reportaje del proceso de cocción único que sobrellevan las vasijas, platos y demás artículos domésticos.
A diferencia de otras prácticas orfebres en México, los artesanos de San Bartolo Coyotepec «utilizan [la tierra] para hacer el famoso barro negro de Oaxaca«. Tras quemarla, adquiere su característica coloración negra. El proceso es único, porque se lleva a cabo en fogatas por debajo de la tierra. Durante milenios, los artesanos locales «se resisten a revelar sus secretos.»
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