Con columnas de yeso de hasta 11 metros de largo, la cueva subterránea de los Cristales de Naica es uno de los tesoros naturales del norte de México.
Por debajo del desierto en Chihuahua, al norte de México, una cueva con columnas de yeso se ha gestado durante miles de millones de años. Se trata de los Cristales de Naica: uno de los tesoros naturales del norte del país, que se ha preservado prácticamente intacto con el paso de los milenios.
Geólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) definen al espacio como «un gran despliegue de belleza mineral», ya que es una cueva subterránea con cristales de hasta 11 metros de longitud. Lo más sorprendente es que, a pesar de sus dimensiones, fue descubierta por error por un par de obreros chihuahuenses. Ésta es su historia.
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¿Quién descubrió los Cristales de Naica?
Sucedió en el año 2000. Mientras caminaban en los alrededores de la zona minera de Naica, al sureste de la capital de Chihuahua, una pareja de trabajadores se encontró con una abertura en la tierra. Al ingresar al espacio, Eloy y Javier Delgado se dieron cuenta de que ante sí tenían una cueva gigantesca, con impresionantes columnas de cristal atravesadas de piso a techo.
Cuando se corrió la voz sobre el hallazgo, los científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas acudieron al recinto natural. En aquel entonces, se registraron pilastras de entre 5 y 11 metros de largo, con diámetros superiores a un metro. Según la cobertura de la AFP, se formaron como «vigas en la zonas más amplias de la caverna«, de manera natural, durante millones de años.
Los investigadores asegura que los Cristales de Naica fungen como una «especie de laboratorio natural donde poder estudiar la cristalogénesis«. En un comunicado, definen este proceso natural como el «singular fenómeno de cristalización cercano al equilibrio, cuando la transferencia de materia entre la disolución y el cristal es tan pequeña que el crecimiento es muy lento«.
El descubrimiento de los Cristales de Naica promovió, desde el 2014, la creación de nuevas tecnologías para medición geológica. Con ellas, el equipo del CSIC determinó que las columnas más jóvenes databan de, al menos, 250 mil años. Las más antiguas podrían haberse originado durante el periodo Cretácico, en la prehistoria. Esto quiere decir que la cueva subterránea seguramente convivió con algunas de las especies de dinosaurios más grandes que dominaron el actual norte de México.
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¿Cómo visitar los Cristales de Naica?
Se sabe que, en total, la cueva subterránea de los Cristales de Naica abarca una superficie de al menos 300 metros cuadrados. La mina se encuentra sobre una falla, encima de una cámara magmática, que durante millones de años calentó el agua a 5 kilómetros por debajo de la cueva. Esto resultó en que el agua subterránea se saturara en sulfuro. Con el paso de los milenios, se formaron cristales colosales de yeso.
Los cristales gigantes brillan por su cuenta. Por ello —y sus dimensiones únicas—, han sido un punto de interés para el senderismo. A más de dos décadas de su descubrimiento, el gobierno de Chihuahua considera que visitar el espacio es un deporte de alto riesgo. Por lo cual, sólo se puede accesar a la cueva subterránea en grupos de dos personas.
El acceso únicamente puede hacerse con un especialista. Como el espacio alcanza condiciones de calor extremo, sólo se puede ingresar en un rango de edad específico, con restricciones de salud rigurosas:
- Como la cueva tiene 90 % de humedad, se recomienda sólo estar 10 minutos para evitar la deshidratación.
- Se requiere equipo especializado de protección, para evitar que los visitantes sufran accidentes.
- A las personas embarazadas, con hipertensión o diabetes se les negará el acceso.
- A quienes les interese hacer investigación científica, deben de pedir un permiso especial para pasar más allá del mirador de la caverna.
Desafortunadamente, denuncia José Franco, vicepresidente de la Academia Mexicana de las Ciencias, «en México no existe una legislación para la cuevas«. Esto hace que los Cristales de Naica sean vulnerables al turismo excesivo e irresponsable, a pesar de que sean «un patrimonio del país y de la humanidad«.
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