Este tesoro desconocido con joyas arqueológicas y legendarias playas para hacer surf es el lugar perfecto para alejarse de las hordas de turistas de Machu Picchu y Cuzco.
Incógnita e intrigante, la costa norte de Perú es un desierto lleno de sorpresas, de vestigios del pasado y de largas playas. Es el paraíso del surf y el reino de los moche, cultura que floreció entre 300 aC y 700 dC, antes de los incas. Lo mejor es volar a Trujillo, ahí alquila un auto para recorrer esta costa de casi 500 kilómetros al pie de los Andes.
Trujillo es una ciudad colonial de coloridos edificios con una elegante plaza de armas vigilada por la catedral y el hotel Libertador (www.libertador.com.pe), ideal para alojarse y probar la cocina criolla en el restaurante El Mochica. Visita el museo Cassinelli para descubrir una colección privada muy especial de vasijas moche.
Un recorrido obligado durante tu estancia es la Huaca de la Luna y del Sol, pirámides de adobe construidas por los moche. Este sitio arqueológico tiene unas salas que conservan la decoración original. Otro centro ceremonial que vale la pena visitar es Chan Chan (siglo IX), la ciudad de adobe más grande de América, construida entre los siglos VI y VII dC por la cultura Chimú. Cerca de estos asentamientos está el pueblo de Huanchaco, visita el restaurante Estrella Marina, desde donde puedes ver a los surfistas sortear las olas.
Rumbo al norte haz una parada en las ruinas de la Huaca del Brujo para admirar sus frescos y a la momia de la Señora de Cao, que gobernó el norte del Perú en el siglo IV. El cuerpo de la dama, de 1.45 metros de estatura, tiene tatuajes de serpientes y arañas, aún visibles, que representan la fertilidad. Hospédate en La Estación (www.hotellaestacion.com.pe), un hotel con vista al mar y comida estupenda.
Toma la carretera para llegar a Cajamarca, una de las más hermosas de Perú, con verdaderas joyas del barroco como la catedral, las iglesias de San Francisco y de Belén y su plaza de armas.
Última morada de Atahualpa
A las afueras de esta remota ciudad colonial están los Baños del Inca, donde Francisco Pizarro detuvo al último gran rey inca, Atahualpa. Cerca de ahí esta el hotel campestre Laguna Seca (www.lagunaseca.com.pe) donde disfrutarás de las relajantes aguas termales y de la gastronomía típica. Prueba los aguacates rellenos y las carnes asadas.
Si sigues hacia el norte, llegarás a las ruinas de los conventos de Zaña. Aquí es recomendable disfrutar de una tortilla de huevo con raya, de unos mariscos o pescados en el chiringuito La Amiga. Más adelante está el poblado de Chiclayo. Alójate en el Gran hotel Chiclayo (www.granhotelchiclayo.com.pe) y visita su elegante la plaza de armas. Aquí, una delicia de la cocina local es el pato con arroz del restaurante Romana.
Chiclayo es el punto de partida para recorrer los vestigios de la cultura moche, con sus imponentes ruinas en medio de valles muy fértiles. Visita la huaca Sipán, donde fueron halladas varias tumbas con magníficas joyas; la huaca de Túcume, impresionante por su extensión, y las de Batán Grande, Ferreñafe y Úcupe. Para entender más sobre esta cultura, haz una parada en el Museo del Señor de Sipán, importante dirigente Moche, ubicado en Lambayeque.
Otro museo recomendable es Bruning, destacan la cerámica y las joyas moche. Doscientos kilómetros más al norte está la ciudad de Piura, cuya sombreada plaza de armas es adornada por una hermosa catedral colonial y el elegante hotel Los Portales (www.hotelportalespiura.com), donde podrán alojarse y comer, así como disfrutar de las típicas comidas norteñas en Capuccino (www.capuccino-piura.com). Empieza entonces la Costa del Sol peruana, donde la bruma desaparece y el sol alumbra el desierto bordeado por un mar azul intenso.
@@x@@
Paita es un puerto pesquero fascinante fundado por Pizarro en 1532 y donde se exilió Manuela Sáenz, amante de Simón Bolívar y famosa activista política. Todavía puede visitarse la casa donde vivió. A unos 17 kilómetros está Colán, una larga playa bordeada por casas de madera sostenidas por pilotes lamidos por las tranquilas olas. Al sur del poblado del mismo nombre hay que visitar la iglesia de San Lucas de Colán, una de las primeras iglesias cristianas fundadas por los españoles en el siglo XVI, y cuyo hermoso retablo en la entrada le ha valido el nombramiento de monumento nacional.
Pasando el verde valle de Sullana, se siguen las colinas áridas que separan las planicies desérticas y para descubrir Cabo Blanco, un pequeño puerto donde fue filmada en 1956 la película El viejo y el mar y donde sigue en pie la casa donde se alojó Hemingway, que acudió aquí como supervisor del rodaje de cuya historia fue autor. Un poco más al norte se encuentra la playa más codiciada de Perú: Máncora, con sus hoteles y hermosas mansiones que vigilan la arena, y sus restaurantes, bares y discotecas que lo han hecho el lugar de moda entre bon-vivants y surfistas experimentados. Un exquisito hotel en este resort es el Boutique Hotel DCO (www.hoteldco.com) que ofrece la mejor comida de la costa. Punta Sal es otra playa de bellas mansiones, arena dorada y olas mucho más tranquilas para bañarse.
La árida costa norte de Perú hechiza por sus hermosas ciudades coloniales como Trujillo y Cajamarca, su litoral famoso por el surf, sus encantadoras playas como Pacasmayo y Máncora y, sobre todo, por las Huacas Moche, esas inmensas pirámides de adobe con restos de frescos e impresionantes tumbas prehispánicas. Uno de los secretos fascinantes de Perú.
TESTIGOS DE LA HISTORIA
Atahualpa, último emperador inca
Nacido en 1500, fue proclamado emperador inca después de una cruenta guerra civil. Tras encontrarse en la ciudad de Cajamarca con Pizarro, fue arrestado, y a pesar de llevar una relación amistosa con él, fue declarado traidor. Fue ahorcado el 26 de julio de 1533, tras ser bautizado.
La iglesia de Belén en Cajamarca
Construida en el siglo XVII, fue regida por los jesuitas hasta su expulsión de América. Entonces, alojó a los betlemitas. Sobresalen la fachada barroca, el decorado interior, la cúpula, el altar mayor y el púlpito.