El Parque Nacional Taman Negara, en el corazón del país, es el hogar del tigre malayo y de miles de vegetales y animales.
El escritor italiano Emilio Salgari estimuló la imaginación de varias generaciones con sus historias de Sandokán, el tigre malayo, pero ¿es cierto que en Malasia hay tigres? Sí, y viven en el Parque Nacional Taman Negara.
Como muchos, habíamos escuchado los cuentos de encuentros furtivos con el rey de esta selva tropical. Así, íbamos con el ambiguo deseo de verlo en vivo y en directo.
De camino a ver el tigre en Taman Negara
Un camino sinuoso y verde nos dejó en la orilla del río Tembeling. Un bote nos cruzó al otro lado donde está el hotel Taman Mutiara, el único dentro del Parque Nacional.
Cabañas de madera, limpias y sencillas con el imprescindible aire acondicionado, un restaurante abierto y un centro de visitantes dirigido por personal del parque.
El lobby es una pequeña construcción de madera sin paredes a la que hay que ingresar descalzo. Ahí, elegimos tres excursiones para nuestra estadía de dos noches: caminata por la selva y canopy, visita a una tribu de cazadores y paseo en bote hasta una cascada.
El hotel está en la intersección de los ríos Tembeling de aguas marrones y turbias, y Tahan, casi negras y transparentes.
Después de desayunar bien temprano para escapar al calor –una ilusión– partimos acompañados por nuestro guía Badrul con varias aguas en la mochila.
El recorrido de cazador hacia Taman Negara
Una plataforma de madera hacía las veces de sendero y Badrul nos iba mostrando la resina para perfumar, la plantas con propiedades neurotóxicas para cazar, las hojas gigantes que dobladas sirven de bolsa.
La pasarela empezó a empinarse, llegaron los escalones, y los supuestos 334 metros prometidos para llegar a un mirador, se hicieron un kilómetro en ascenso. Las chicharras hacían casi inaudible las explicaciones de Badrul.
Otros senderistas que volvían, tan transpirados como nosotros, nos aseguraban que faltaba poco. Y finalmente llegamos a la primera parada: un mirador en lo más alto de la colina Teresek desde donde se veía el valle y el serpenteo oscuro del río Tahan.
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El puente colgante más largo del mundo
Volvimos sobre nuestros pasos hasta un desvío que nos llevaría a la Canopy Walkway, “el puente colgante más largo del mundo”, de 530 metros de largos y a 40 metros del piso. Badrul nos esperaría a la salida.
Las piernas casi no nos respondían cuando lo vimos, colina abajo, junto al brillo del río Tembeling. Un bote a motor nos cruzó para almorzar bajo un enorme árbol.
En el parque vive una tribu nómada de cazadores llamados Batek. Tenían un asentamiento cerca y hacia allí fuimos. Habitan unas casillas precarias hechas con hojas de palmera y tronco junto al río, y comparten un área común donde los hombres preparan las cerbatanas y los dardos paralizantes con los que cazan.
Uno de ellos nos hizo una demostración e invitó a que sopláramos para ver cuán lejos llegaba nuestro dardo. Quedó claro que nos moriríamos de hambre. Les preguntamos, traductor mediante, por los tigres, y se limitaron a sonreír con la vista perdida en la jungla.
También nos mostró cómo encendía fuego frotando filamento de ratán contra una caña de bambú. Los niños nos espiaban desde las casillas y se reían al primer intento de intercambio.
Aquel que brilló por su ausencia
Pasamos la noche bajo el concierto de insectos desconocidos y a la mañana siguiente nos embarcamos en un bote angosto y largo por las aguas oscuras del río Tahan.
Este río es más estrecho y las orillas con bungur, gapis y melembú, tres árboles de gran porte, están muy cerca. Vimos pescar a un martín pescador, un pájaro azul brillante, e hicimos una parada para ver el gigantesco árbol Tualang de 65 metros y 130 años.
Después pisamos la orilla y caminamos por un sendero que nos llevó a un claro en el río, con grandes piedras que formaban piscinas para darse un chapuzón.
En la última cena buffet en el hotel, compartimos mesa con españoles que nos habíamos cruzado en la selva. Ellos tampoco habían visto un tigre, pero coincidimos en que los malayos son gente muy cálida con la virtud de hacerte sentir en casa a pesar de las diferencias culturales.
Cómo llegar
Turkish Airlines. Cuenta con 11 vuelos semanales desde Ciudad de México, 7 desde Buenos Aires y 7 desde Bogotá a Kuala Lumpur con escala en Estambul.
Si la conexión supera las 20 horas, el programa Stopover, ofrece transfers in-out al aeropuerto sin cargo, un tour, y una noche de alojamiento gratuito en un hotel 4 estrellas en Estambul.
Asian Overland. Traslados por tierra desde Kuala Lumpur.
Dónde dormir
Mutiara Taman Negara. Kuala Tahan, 27000, Jerantut, Pahang.
Este texto fue escrito por Silvina Pini y las fotos son de Mario Cherrutti. Puedes conocer más de su trabajo en @cherruttipinitravelers.
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