Puedes leer la entrega anterior a este texto sobre ‘Juanita’, la momia mejor conservada de las Américas, en este enlace.
Con altitudes de entre 4 mil y 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar, y volcanes que sobrepasan los 5 mil, el Cañón del Colca es bien conocido por montañistas y escaladores profesionales de todo el mundo. Y aunque amigable con los senderistas aficionados, este accidente geográfico también ha tomado la vida de algunos pocos que se han aventurado a explorar sus abismos y cúspides por sí mismos (está el polémico caso del limeño Ciro Castillo, en 2011, y en fechas recientes, los de la belga Natacha de Crombrugghe y el peruano Kevin Ramos).
La inmensidad del cañón es tal, que los senderistas que se aventuran fuera de los caminos marcados tienen probabilidades de perderse; además, el territorio es inestable debido a los terremotos, por lo que los accidentes son un riesgo. Es por eso que las autoridades locales recomiendan contratar un guía certificado para visitar los alrededores con la mayor seguridad posible.
Así me vuelvo a encontrar con Eloy Cacya, quien en mi bienvenida al Colca fue mi guía espiritual y ahora lo es de montaña. De familia militar, el también rescatista ha entrenado durante la mayor parte de su vida en las alturas andinas, formando parte de misiones de búsqueda de personas desaparecidas como las ya mencionadas y otras más. Sin duda, me encuentro en buenas manos, así que esta vez iniciamos la expedición antes de que salga el sol, a escasas horas de la mañana.
Te sugerimos: Las 5 momias más famosas de la historia que han sorprendido a la humanidad
Un lienzo de estrellas aún domina la noche mientras nos dirigimos a los géiseres de Pinchollo, un escenario de paisajes primigenios modelados por la actividad volcánica y el deshielo glaciar en el transcurso de millones de años. Cuando se detiene la camioneta, la oscuridad es casi total, por lo que iniciamos la caminata con ayuda de lámparas mineras sobre lo que se sienten como pequeños arbustos bajo nuestros pies. Tan solo las linternas revelan un poco de la actividad que se escucha en la cercanía, una columna de vapor constante que se eleva con un sonido similar al de una turbina tras los montes.
Para quienes nunca han practicado senderismo por arriba de 4 mil metros sobre el nivel del mar (esta ruta parte en 4 mil 500 y llega a 5 mil), es preciso saber que la altura pesa a cada paso y en cada esfuerzo, por mínimo que sea. Así que, a pesar de que el trayecto es de apenas 450 metros, resulta indispensable llevar suficiente agua, hojas de coca y un refrigerio energético, además de vestir en capas para soportar la faena (aunque también es posible alquilar un caballo).
A ritmo lento, un paso tras otro, subimos una ladera empinada que se siente infinita mientras la luz del amanecer devela un valle de pastos y musgos rodeado por una cadena volcánica de picos nevados. El frío de la madrugada se convierte en un calor bochornoso cuando llegamos al primer punto de descanso para el almuerzo. Sin embargo, el sudor que se hiela sobre la piel me obliga a mantener puestas todas las capas de ropa para luego continuar con la caminata y volver a sentir calor.
Te puede interesar: Por qué los monarcas europeos ingerían restos de momias egipcias en la Edad Media
Unos metros y un par de horas más adelante, pequeñas pozas de agua hirviente comienzan a surgir en el camino mientras nos acercamos al Valle de los Géiseres, parte del Geoparque Mundial de la Unesco del Colca y Volcanes de Andagua. La sensación de tener el corazón en el esófago y la falta de aire pronto se disipan ante la fascinación geológica que, de un segundo a otro, se despliega ante nosotros: lodazales efervescentes, riachuelos que fluyen por costras salinas y fuentes termales que expulsan vapores a las alturas. Estoy en el Mesozoico.
Tras unos minutos de contemplación, emprendemos el regreso a nuestro punto de partida con las piernas al límite (al menos yo). Sin embargo, lo que en la madrugada se veía como una difusa nube de vapor tras aquel sonido de turbina, ahora se devela en la luz del día como un potente géiser de 20 metros de altura que emana bajo las aguas borboteantes de un río. Unos minutos para recuperar el aliento e hidratarse, y continuamos el recorrido en carretera hasta uno de los poblados más lejanos del valle.
También lee: Las momias más antiguas del mundo podrían desaparecer a causa del cambio climático
Cabanaconde se distingue por ser el punto de partida de varias rutas hacia el fondo del cañón. Sin embargo, no hay manera de que logre completar otra incursión en la montaña, así que opto por el recorrido cultural que implica visitar la Parroquia de San Pedro de Alcántara y su ornamentación mestiza, frente a la plaza central, así como el Museo Juanita, nombrado en honor al que tal vez sea el mayor descubrimiento de la región.
Hallada en 1995 por el arqueólogo Johan Reinhard y el andinista Miguel Zárate en una expedición financiada por National Geographic Society, la joven inca bautizada como Juanita tenía entre 13 y 14 años cuando fue ofrendada en el cráter del cercano volcán Ampato, a mediados del siglo XV. Posteriormente, su cuerpo sufrió un proceso de momificación natural por congelamiento para convertirse en “el ser humano mejor conservado de las Américas”, según publicó Konrad Spindler en la revista al año siguiente.
Así, erguido en roca como la silueta de un volcán, el museo da cuenta de este importante hallazgo al transitar sus salas con información y objetos relacionados con la naturaleza, las festividades, la alimentación, la espiritualidad, la cerámica y el modo de vida de los antiguos habitantes del Colca. El recorrido culmina con una vitrina al centro del inmueble por donde se aprecia una figura en posición fetal rodeada de vasijas y otros utensilios. Al bajar por las escaleras, tras el aparador, un pasillo oscuro emula la entrada a una cueva donde reposa el cuerpo de Juanita –una réplica, ya que la momia original se exhibe en el Museo Santuarios Andinos, en Arequipa, en una urna a -19 °C–.
Al final del día, la impresión macabra de esta última experiencia se desvanece con el viento cuando me detengo a ver el atardecer en el mirador de Achachihua, cerca de Cabanaconde, donde las terrazas incas invaden cada centímetro del paisaje. El cañón continúa muchos kilómetros más hasta perderse en la costa del Pacífico; ya habrá tiempo para explorar más de sus márgenes, cumbres y profundidades.
Sigue leyendo:
Qué ver en Arequipa, la mítica ‘segunda capital’ de Perú en el corazón de los Andes
Así es el Cañón del Colca: la mística región de los Andes para conectar con la Pachamama
Con apoyo de una agencia especializada, te decimos por qué el mar es azul, aun cuando el agua no deja…
Delle, un delfín que vive solo en el Mar Báltico, parece hablar consigo mismo, probablemente para sentirse acompañado. Los delfines…
Aquí va una buena razón para visitar París este diciembre: Notre Dame volverá a abrir sus puertas después de cinco…
La misión Solar Orbiter, dirigida por la ESA, presenta nueva imágenes en alta resolución de lo que ocurre en el…
La imagen del rey Salomón apuñalando al diablo fue grabada en una rara insignia hace 1,600 años. Investigadores hallaron el…
Muchas capacidades cognitivas sufren cambios cuando los astronautas pasan tiempo en el espacio. Esto es lo que sabemos. Siendo que…