La isla Kodiak es para quienes deseen ver osos gigantes, y pasear por las tierras que pertenecieron a los zares.
Quien visite Kodiak, en la costa sur de Alaska, no debe tener miedo a los animales grandes: en esta isla que en el pasado fue el centro de la América rusa viven los enormes osos Kodiak.
No hemos caminado ni siquiera cinco minutos por el puerto de Kodiak cuando dos ejemplares del águila calva o americana, símbolo nacional de Estados Unidos, se posan en la farola. Las dos águilas de cabeza blanca observan atentamente el cargamento de los barcos pesqueros que regresan al puerto. El aire está impregnado de un ligero aroma de sal. Al igual que en el resto de Alaska, el estado número 49 de Estados Unidos, la isla no es un lugar para los amantes de una naturaleza poco salvaje y animales pequeños. Aquí, la temperatura media anual es de ocho grados y vive el oso Kodiak, uno de los depredadores más grandes de la Tierra.
"O bien uno quiere a los osos Kodiak o los odia", dice Sue Rohrer al resumir las impresiones contradictorias de la vida en la latitud 58. Como consuelo, cuando el tiempo está mal, se puede beber por seis dólares medio litro de "Sol líquido", tal como se llama la cerveza local en el "Henry’s Great Alaskan Restaurant", situado en el puerto. En la isla, de poco menos de 9,200 kilómetros cuadrados, viven unos 14,000 habitantes.
Las principales atracciones turísticas son la pesca y los osos. Desde Kodiak, varios touroperadores vuelan con hidroaviones en tres cuartos de hora a las zonas de caza de los animales gigantes, que pesan hasta 700 kilogramos, situadas en la costa opuesta de Katmai.
Hay otro motivo para visitar Kodiak durante un tour por Alaska: aquí se desarrolló un capítulo importante de la historia colonial del antiguo imperio de los zares. Durante 100 años, Alaska, que se encuentra a solo 80 kilómetros de Siberia oriental, perteneció a los rusos. En 1867, Rusia vendió Alaska a Estados Unidos por 7.2 millones de dólares. El precio equivalía a menos de cinco dólares por kilómetro cuadrado para una región que tres años después vivió la fiebre del oro y más tarde el boom del petróleo.
A finales del siglo XVIII, un tal Alexander Andreyevich Baranov, originario de una localidad próxima a San Petersburgo, fundó en Kodiak el primer asentamiento ruso con una iglesia, una escuela y un establecimiento comercial. Una casa de madera blanca de 1808 en la carretera East Marine Way recuerda, como Museo Baranov, al gobernador ruso.
Las cúpulas acebolladas azules de la iglesia ortodoxa y el seminario se alzan hacia el cielo gris. Algunos nombres de calles recuerdan a los ancestros de la otra orilla del mar de Bering. Sin embargo, casi ya no se habla ruso pero sí francés, en una pequeña panadería en Mill Bay Road. Kodiak puede jactarse de tener un establecimiento gastronómico parisino.
Martine Chenet, una dama elegante con pelo canoso y labios rosados, se radicó aquí hace 16 años por razones de amor. Ella prepara junto con su esposo Joel excelentes sándwiches y pasteles. Incluso ofrece espárragos verdes recién macerados y pequeñas fresas silvestres, quién sabe de dónde. Kodiak en vez de París. ¿Puede funcionar? "Si tuviese que elegir, preferiría ahora toparme con un oso pardo a encontrarme con un parisino desquiciado", dice Chenet.
Información básica
Cómo llegar: Se puede viajar durante todo el año a Anchorage, generalmente con escalas en Estados Unidos.
Documentos: Se necesita un pasaporte válido y un permiso de entrada electrónico (visado Esta), que cuesta 14 dólares (unos 13 euros) y tiene una validez de dos años.
Cuándo viajar: debido a la situación climática de Alaska, se recomienda viajar en los meses de verano, de junio a agosto.
Informaciones: Kodiak Island Visitor Center, 100 Marine Way, Kodiak, AK 99615 (www.kodiak.org).
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