Una aventura entre montañas y café, haciendo la crisis a un lado.
Un viaje en todoterreno por el interior de Creta lleva al turista por gargantas estrechas, pueblos dormidos y montañas imponentes. La gran crisis que vive Grecia aún no ha llegado aquí, piensa uno, o ¿acaso ya se ha convertido en algo normal?
"Tenemos un día bonito", dice Kostas Fragkiadakis. No está claro si esto es una constatación o un pronóstico. El griego, de 40 años, se pone al volante de su Land Rover. Vamos a viajar por el interior de Creta hacia las montañas. "Siempre hacemos muchas bromas", dice Fragkiadakis al grupo de turistas. "Los turistas quieren dejar en casa sus preocupaciones".
El viaje comienza en la pequeña localidad de Kolymvari, a las afueras de La Canea. El primer destino de la excursión de hoy, de un día, es una pequeña garganta. Allí hay muchas viejas encinas, la adelfa está en flor y en el cielo hay buitres comunes.
Sin embargo, el escenario rápidamente pasa a segundo plano: inevitablemente, la conversación se traslada hacia la crisis griega. Para Kostas, la política no es más que un blablá, dice de entrada. Él se ocupa sobre todo de su familia. No tiene tiempo para otras cosas, explica. Pero, ¿no le afecta en absoluto la crisis? "Si los turistas dejan de venir, entonces sí habrá crisis", dice Kostas. (Lee: ¿Afecta a los turistas la crisis griega?)
El todoterreno sale de la garganta y se dirige a Palea Roumata, un pueblo apacible. El grupo de turistas entra en un pequeño kafenio, un café típicamente griego, que pertenece a una familia griega hospitalaria. Andreas, el hijo, saca un laúd y toca una canción popular tradicional para los huéspedes. La letra dice más o menos así: "Miles de saludos de bienvenida para ti. Sabemos que ha costado trabajo venir hasta aquí. Con tu visita nos has honrado". El padre, Giorgos, sonríe. Su esposa, que está de muy buen humor, dice: "Estamos viviendo malos tiempos". No sabe qué les depara el futuro. Sin embargo, "lo último que se pierde es la esperanza".
Aquí, en Palea Roumata, esta crisis, que agita a Europa en estos momentos, tiene más bien el carácter de un ruido de fondo que existe desde hace tiempo y con el que la gente de alguna manera se ha conformado. Al encontrarse arriba en las montañas, el turista se olvida totalmente de que en el mismo momento se está decidiendo en reuniones dramáticas sobre el futuro del país.
Abajo, en el valle, en el pueblo de Sempronas, que tiene el mismo nombre que las montañas en los alrededores, hay una taberna donde nos espera una comida opulenta: Antikrynós, lo que significa algo así como "Cara a cara", un plato tradicional de Creta. La carne se coloca en una reja de metal a un lado de un fuego abierto y se asa durante mucho tiempo. Se acompaña con Raki, que a diferencia del Ouzo no se elabora a base de anís sino a base de restos de uvas. En la mesa hay nada menos que cinco tipos diferentes de Raki.
Kostas renuncia al aguardiente porque todavía tiene que llevar a los turistas de regreso a la costa. Y por última vez habla de la situación en su país. Tiene un amigo que es médico y que está trabajando en Dubái, donde gana 5,000 euros al mes. Antes, en Heraclión, sólo ganaba 1,150 euros. "Eso es la crisis". Muchos griegos han elegido un destino como su amigo. "Emigran a Estados Unidos, Australia o Europa", dice Kostas, como si Grecia no fuese parte del continente europeo y como si esto de alguna manera estuviese bien.
Información básica
Cómo llegar: en avión a Heraclión o La Canea, en Creta
Cuándo viajar: la temporada turística comienza en abril y termina en octubre. En pleno verano hace mucho calor en Creta. En las montañas hace un poco más de fresco.
Excursiones: varias agencias ofrecen tours en todoterreno desde las ciudades más grandes en la costa. Hay excursiones de un solo día y otras con alojamiento en un hotel.
Dinero: a causa de la crisis financiera en Grecia, el dinero en efectivo escasea actualmente. Aunque los turistas pueden seguir sacando dinero de los cajeros automáticos, se recomienda llevar consigo una cantidad suficiente de dinero en efectivo.