Estos petroglifos brindarán valiosa información sobre la cultura de Mesoamérica.
Un centenar de petroglifos con iconografías y de filiaciones culturales distintas han sido localizados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dentro de la Zona Arqueológica de La Campana, al noroeste de la ciudad de Colima. Es impresionante recalcar que los más antiguos tienen tres mil años, ya que son del periodo Preclásico (1700 a.C.) en Mesoamérica.
El hallazgo de tales elementos no solo convierte a La Campana en uno de los sitios más ricos en información pétrea, sino también en uno de los pocos en el país con evidencia de todas las etapas culturales de Mesoamérica. Así lo indicó Enrique Martínez Vargas, titular del Proyecto Arqueológico La Campana- Él dirige las labores de supervisión, registro e investigación en superficie, enmarcadas en la primera fase de construcción del parque arqueológico La Campana.
El arqueólogo señaló que hallaron 108 petroglifos.
Las características de cada petroglifo son variadas. Algunos representan figuras zoomorfas (monos, aves, víboras y mariposas, etcétera), en tanto que la iconografía de otros incluye rayas, numerales, flores, corazones y rostros humanos; sus dimensiones van desde aquellos que pesan varias toneladas, a los que pueden manejarse manualmente.
La temporalidad y filiación cultural de los glifos es diferente. Se registró, por ejemplo, una piedra del periodo Preclásico Tardío (400 a.C.) con nueve rostros de perfil (humanos y animales) dibujados en sus costados; asimismo, se localizó un petroglifo con rasgos teotihuacanos y una temporalidad que va de 400 a 600 d.C., cercano a una estructura arquitectónica, por lo que una posibilidad es que haya sido un marcador para indicar que en dicho edificio habitó o fue depositado un individuo procedente de Teotihuacán.
Aquí encontraron evidencia de todas las etapas culturales de Mesoamérica.
De acuerdo con Enrique Martínez Vargas, que el actual territorio de La Campana haya sido ocupado culturalmente por casi tres mil años, se explica por las bondades naturales que ofrecía: dos afluentes que lo delimitan y abastecen (el río Colima al este, y el arroyo Pereyra en el oeste), y una planicie de gran utilidad para el cultivo y el comercio.
NO TE PIERDAS: Nuevo hallazgo arquelógico en el corazón de la Ciudad de México
Vía: INAH