Entre las vides de Holanda

La mayoría de los viticultores holandeses ejercían antes otra profesión.

En esta parte del norte de Europa el paisaje está marcado por los canales y los campos de patatas. Por eso llama la atención llegar a «De Frysling» en la pequeña localidad holandesa de Twijzel. En este viñedo maduran en delgadas vides uvas de las variedades Johanniter, Souvignier Gris, Cabernet Cortis y Pinotin, en el cambiante clima del interior del país de los diques.

«De Frysling» es el viñedo que está situado más al norte entre las aproximadamente 180 explotaciones vinícolas de Holanda. «El nombre es una combinación entre nuestra provincia, Frisia, y Riesling», explica Douwe Broersma. Un guiño al éxito exportador del famoso vino blanco de la vecina Alemania.

No fue hasta 2009 cuando Broersma se hizo viticultor (Foto). Anteriormente, era copropietario de una empresa de transportes. «En aquel entonces vendí mis acciones. Quería hacer algo completamente nuevo y trabajar afuera, en la naturaleza. De ninguna manera quería volver al trabajo de oficina. Así fue que decidí dedicarme a la producción de vino», relata. Para dar los primeros pasos en su nueva profesión, Broersma contó con la asesoría de Stan Beurskens, cuyo viñedo Sint Martinus es uno de los más grandes de Holanda.

El año pasado la familia Broersma almacenó en su sótano más de 1,000 botellas de vino, entre ellas también, por primera vez, el vino espumoso y burbujeante «De Frysling». Las 5,000 vides cubren una hectárea y media de tierra arenosa.

La mayoría de los viticultores holandeses ejercían otra profesión antes de que comenzaran a cultivar vides: agricultores, fruticultores, gerentes de empresas de alimentación animal, pilotos, azafatas y dueños de campings. Pese a esta gran diversidad de pasados profesionales, hay también coincidencias entre los nuevos viticultores: muchos de ellos invitan, previa cita, a personas interesadas en asistir a catas de vino y visitas guiadas.

Son sobre todo los vinos blancos ligeros de los Países Bajos los que ofrecen un placer fresco en verano. La variedad Johanniter, fuerte y muy seca, se combina bien con pescado y mariscos. El Pinotin, un vino tinto, también se bebe ligeramente enfriado con carne de cerdo, cordero y queso. El Regent, también tinto, es un vino robusto y afrutado que acompaña muy bien a carnes rojas y platos de caza.

Los vinos holandeses muchas veces se pueden degustar en antiguos cobertizos agrícolas y establos, como es el caso de la granja vinícola «t Heekenbroek», en Drempt, en la región de Achterhoek, en el este de Holanda. El propietario, Gerhard Ensing, abre la singular sala de degustación de su viñedo en la localidad de Winterswijk-Henxel de abril a noviembre. «Los cicloturistas vienen aquí a descansar un momento y prueban nuestros vinos», dice Ensing.

A partir de mediados de septiembre también viajan a muchos viñedos voluntarios para ayudar en la vendimia. En el viñedo «De kleine Schorre», en la localidad zelandesa de Dreischor, en la isla de Schouwen-Duiveland, Johan van de Velde tiene una lista de espera de 200 voluntarios. «Nos ayudan 30 hombres y mujeres», dice. «Como recompensa le damos a cada uno dos botellas diarias».

También Ensing es un típico viticultor que antes se dedicaba a otros trabajos: «Mi padre cultivaba patatas, cebollas y zanahorias. Sin embargo, nuestra granja era demasiado pequeña para tantos cultivos». La recomendación de un vecino fue decisiva: «¿Por qué no cultivas vides? Aquí, en Zelanda, en el suroeste de Holanda, el clima es favorable, tenemos muchas horas de sol y la tierra es caliza gracias a la gran cantidad de cáscaras de mejillones». Van der Velde pasó tres años aprendiendo el oficio en un viñedo en Luxemburgo, a orillas del Mosela, antes de comenzar a plantar sus propias vides en 2001.

Desde entonces, Paula y Johan van der Velde producen vinos que se han convertido en todo un éxito. Auxerrois, Pinot Gris, Pinot Blanc y Rivaner de Dreischor son variedades de vino que se sirven por encima de las nubes, en los aviones de la compañía aérea KLM. Durante la Conferencia de Seguridad Nuclear celebrada el pasado mes de marzo en La Haya se sirvieron durante el almuerzo con el presidente estadounidense Barack Obama, la canciller alemana Angela Merkel y otros líderes políticos el Auxerrois-Pinot Gris, un vino blanco, agradablemente fresco y suave, procedente de «De kleine Schorre».

La mayoría de los viñedos holandeses se encuentran en la región de Achterhoek, el rincón más oriental del país, cerca de la frontera con Alemania. «Hay documentos antiguos que atestiguan la presencia aquí, en la Edad Media, de numerosos viñedos en estos terrenos margosos. «En total eran unas 1,200 hectáreas, antes de que la cerveza se convirtiera en bebida popular», señala Mathieu Hulst, propietario del viñedo «Apostelhoeve».

Junto con su padre, Hulst transformó a partir de 1970 parte de la plantación frutícola en viñedo. Hoy, el «Apostelhoeve» suministra sus vinos, elaborados a base de vides clásicas como Müller-Thurgau, Riesling, Grauburgunder y Auxerrois, a varias bodegas y mesones en Holanda. También a los turistas alemanes les gusta llevarse a casa como souvenir un par de botellas de vino holandés.