Los pobladores de Fairbourne se han clasificado como ‘refugiados de la crisis climática’, porque su ciudad natal está desapareciendo debajo de las olas.
Sucedió en julio de 2021. La primera noticia global que se tuvo de una ciudad que sucumbió ante la crisis climática vino de Canadá. Después de ser completamente consumida por las llamas de los incendios forestales, Lytton quedó completamente devastada. Todas las personas que vivían ahí tuvieron que escapar para siempre, dejando atrás las carcasas de casas subsumidas por las llamas.
Algunos medios pensaron que éste podría ser el primer ejemplo —el caso paradigmático, incluso— de cómo se verá el futuro de las ciudades que caigan ante el cambio climático. Un año más tarde, un fenómeno similar se está presentando en Fairbourne, un poblado galés al norte del Reino Unido. Por su cercanía al mar, está desapareciendo debajo de las olas.
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Enterrados bajo las olas del mar que avanza
En el censo de 2016, Fairbourne reportó una población de apenas 714 habitantes. Seis años más tarde, las personas que viven ahí están buscando nuevas alternativas: tener vista al mar ya no les está siendo tan propicio. Por el contrario, como consecuencia del avance de los niveles en el del mar, las olas están ganándole espacio a la urbanización.
Incluso desde 2014, el Ayuntamiento de Gywnedd, que supervisa Fairbourne, ya había detectado que los niveles del mar estaban subiendo a niveles alarmantes:
«[La institución] dijo que no mantendría las defensas contra inundaciones indefinidamente y que a partir de 2054 la aldea ya no será habitable. El consejo planea «desmantelar» todo el pueblo, desmantelando todas las casas, caminos, tiendas e infraestructura, y convertirlo nuevamente en un pantano», según reporta la BBC.
A pesar de la presión institucional, los pobladores de Fairbourne se rehúsan a perder su territorio. Por el contrario, se han organizado localmente para realizar quejas formales ante el gobierno local, en contra de su plan de ‘desmantelar’ la ciudad. Algunos, sin embargo, han optado por mudarse a un lugar donde corran menos riesgo.
Ante la crisis, las autoridades locales han denominado a los pobladores de Fairbourne como ‘refugiados de la crisis climática‘.
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Antes de que termine el siglo
Aún con la resistencia de los locales, los funcionarios públicos siguen firmes en su resolución. Más que nada, porque la tendencia sugiere que Fairbourne estará completamente cubierto por mar antes de que termine este siglo:
«Las últimas previsiones predicen que no sería seguro ni sostenible defender Fairbourne más allá de 2054», explica un portavoz del Ayuntamiento de Gwynedd.
A este ritmo, el gasto público para salvar las viviendas de las personas también será insostenible. De acuerdo con Natural Resources Wales (NRW), la institución encargada de velar por los damnificados climáticos, sólo en 2017 se destinaron millones de libras esterlinas para salvar 400 casas de las comunidades costeras.
Ante el comportamiento errático de los cambios en el medioambiente a nivel mundial, y la creciente fuerza de los desastres naturales, este número invariablemente aumentará en el futuro próximo. Por su parte, los habitantes de Fairbourne temen por su estabilidad económica, laboral y de vivienda, ya que nada les garantiza que en otro poblado podrán tener el nivel de vida que llevan hasta ahora.
Así, también, no quieren dejar su ciudad de origen. Por el contrario, se rehúsan a dejarla ahogarse debajo del mar.
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Millones de damnificados climáticos
Así como Fairbourne, otras comunidades costeras del Reino Unido han tenido que desplazarse para evitar las inclemencias del mar. A nivel global, según los cálculos del Banco Mundial, cerca de 216 millones de personas estarán en la misma condición: buscando un lugar a donde ir, porque su lugar de origen ya no es habitable.
Hasta ahora, estudios serios sugieren que, de no revertirse la tendencia de consumo, el
Primero fue Lytton. Ahora, son las comunidades costeras del Reino Unido, más todas las demás ciudades que están siendo azotadas por los envistes de la crisis climática. Todas ellas contribuyen a que el número de damnificados climáticos se infle.
Y mientras tanto, los niveles del mar avanzan.
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