Cosmopolita y orgullosa de su pasado, Guadalajara brilla en el Bajío y con su Feria de Libro se coloca en la mira del mundo.
Lo primero que sorprende al llegar a Guadalajara es el cielo de azules brillantes y nubes blanquísimas. Un cielo que pintó decenas de veces el Doctor Atl, y que el arquitecto Luis Barragán trató de aprehender con su arquitectura de líneas puras.
En esta ciudad la temperatura siempre es una ventaja, nunca hay demasiado calor ni demasiado frío. Aquí te recomendamos un tour de cuarenta y ocho horas de tu estadía, te aconsejamos rentar un auto (hay varias opciones y facilidades en el aeropuerto).
Hoteles boutique céntricos
Para hospedarse hay tres buenas opciones: en los hoteles boutique de lujo Villa Ganz y Gardet Boutique y el hotel de cinco estrellas Quinta Real, todos ubicados en una zona céntrica, de fácil acceso y muy agradable. Es muy recomendable desayunar en cualquiera de estos tres hoteles, pues cada uno tiene su estilo propio. El Quinta Real ofrece un amplio menú internacional que satisfará al más exigente paladar; el Villa Ganz es reconocido por su exquisito bufet que se puede tomar en el jardín y el Gardet ofrece un menú que basa sus virtudes en la comida orgánica.
El primer día, luego del desayuno, puedes hacer un breve recorrido a pie, de una hora y media, por Chapultepec. En esta zona están podrás para admirar las construcciones y los trazados urbanos de la llamada Escuela Tapatía de Arquitectura (Luis Barragán, Pedro Castellanos Lembley, Rafael Urzúa e Ignacio Díaz Morales). Detente a admirar la Casa Iteso Clavigero, ubicada en la calle José Guadalupe Zuno, entre la avenida Chapultepec y Marsella, una de las mejores construcciones no sólo de Barragán, sino de la ciudad misma.
Cultura y arte tapatío
Luego, conviene tomar un automóvil para visitar el centro histórico y los diversos edificios antiguos que han marcado la historia de esta ciudad y de sus habitantes. Empieza por el Palacio de Gobierno, situado frente a la Plaza de Armas, que se destaca por tener obra muralística de José Clemente Orozco, uno de los más grandes pintores del siglo XX mexicano.
Después dirígete a la Catedral, al Teatro Degollado y, entre una y otro, disfruta y ríete de la famosa Cruz de Plazas, creada por un gobernador de rancia estirpe católica que decidió, motu proprio, tumbar varios edificios históricos para trazar, con los restantes y los nuevos vacíos creados, una cruz que pudiera ser vista desde el cielo.
Sigue por la Plaza Tapatía, ubicada a espaldas del Teatro Degollado, hasta llegar al hermoso Instituto Cultural Cabañas, construcción de 1805, realizada por Manuel Tolsá para el obispo Juan Ruiz de Cabañas. Este inmueble fue un hospicio, luego se transformó en cuartel militar, después de nuevo en hospicio hasta el año de 1983, en que se convirtió en instituto cultural. Cuando estés en este magnífico edificio, ve directo a la capilla para observar los murales orozquianos.
No te arrepentirás; entre ellos resalta "El hombre de fuego", una de las creaciones más importantes del artista jalisciense. Al abandonar esta capilla, camina por algunos de los 23 patios con que cuenta el inmueble y, al salir, da una visita rápida por el Mercado San Juan de Dios, uno de los más populares y grandes de América Latina. Te sorprenderás con el abigarramiento y colorido de este edificio, construido por Alejandro Zohn.
Patrimonio de artesanos
Luego de este intenso recorrido, es hora de que vayas a comer y a hacer algunas compras en Tlaquepaque, que está a 20 minutos del centro. Esta antigua población es ahora parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara, pero conserva aún la arquitectura y el espíritu tradicional. En el andador Independencia hay una gran cantidad de comercios dedicados a la artesanía de gran manufactura, el arte colonial, el arte sacro y restaurantes de alta cocina mexicana, que basan sus platillos en recetas antiguas. El más recomendable, por lo agradable de su atención y la belleza de la casa, es el restaurante Casa Fuerte.
Vale la pena tomarse el tiempo para beber un tequila y gozar de cualquiera de los platos que ofrece su llamativo menú. Luego de la comida recorre el andador Independencia y visita algunas de las tiendas y galerías para finalizar tu recorrido en el Parián. Regresa al hotel para un pequeño descanso, por la noche tendrás diversas opciones para conocer la fiesta tapatía. Una excelente opción para cenar es La I Latina, uno de los restaurantes de comida de autor más exitosos de la ciudad, decorado por las hermanas Zertuche, ambas esposas de los dueños. La I Latina se llena muy rápido, así que hay que reservar para no llevarse una sorpresa. Si aún tienes fuerzas, muy cerca de ahí, por el rumbo de la Minerva, hay una serie de antros para finalizar el día.
Un hermoso lago
Dedica la mañana del segundo día a conocer la ribera de Chapala, que está aproximadamente a una hora de la ciudad. El esplendoroso lago, el más grande del país, te deslumbrará de inmediato. Llega directo a Chapala, la cabecera del municipio y ve al embarcadero para rentar un paseo en lancha, quizá sólo por la ribera para sentir el aire fresco mientras admiras las casonas construidas por el arquitecto de Alba a principios del siglo XX, y que eran fincas de descanso de los tapatíos de clase alta.
Durante muchos años, Porfirio Díaz fue un visitante del lago. Si prefieres hacer un recorrido más amplio, entonces ve hasta la Isla de los Alacranes, centro ceremonial de la cultura wixárica. A tu regreso del paseo en lancha, conduce por la carretera que une los distintos poblados. La proximidad del lago a un costado, durante una parte del trayecto, es un espectáculo agradable.
Un pueblo con encanto
A diez minutos de Chapala está el pueblo de Ajijic, colonia, principalmente, de jubilados norteamericanos y canadienses, y desde hace varios años, sitio de estupendos hoteles, bares y restaurantes.Te recomiendo que entres a este lugar por La Floresta, uno de los barrios residenciales más bellos de la zona, de calles empedradas y grandes jardines. Camina por el pueblo, tómate una copa en alguno de los restaurantes cercanos al malecón y entra a las pequeñas tiendas y bazares de antiguedades. Si decides quedarte a comer en Ajijic, ve a Los telares o a Tango, ambos en la misma calle y casi uno frente al otro. Si prefieres regresar a comer a Guadalajara, el restaurante Anita Li, hermano de La I Latina, es el sitio perfecto. Anímate con un menú fusión. No te arrepentirás. También recuerda reservar porque se llena muy rápido.
Por la tarde, ve al centro comercial Andares, enclavado en una de las zonas más lujosas y modernas de la ciudad y dedica tus últimas horas e Guadalajara a las compras. Grandes marcas tienen su sede en Andares; el centro de la plaza, abierto y con piletas llenas de peces te permitirá disfrutar de los cielos azules de la ciudad y de los rascacielos cercanos. Si luego de tus compras quieres beber algo, en el mismo centro comercial encontrarás restaurantes que funcionan también como bares y que tienen terrazas.