Símbolo más que alemán, berlinés, la Puerta de Brandenburgo es un recordatorio de la soledad de la guerra fría, pero también de la caída del muro.
Este monumento construido a principios de la última década del siglo XVIII cuenta la historia de una Alemania antigua.
Fue construido durante el reinado de Federico Guillermo II de Prusia por Carl Gotthard Langhans, quien buscaba emular con su diseño la puerta de entrada a la Acrópolis de Atenas.
Símbolo de la fuerza prusiana, después de perder la batalla de Jena, Napoleón la exhibió en París como trofeo, y fue recuperada en 1814.
Hasta antes de la Primera Guerra Mundial, sólo la familia real podía cruzar la puerta; durante la Segunda Guerra Mundial sufrió graves daños y, al quedar dividida la ciudad de Berlín, se decidió rehacer la cuadriga que esta destruida por completo.
Tras la construcción del Muro de Berlín, en 1961 la Puerta de Brandenburgo quedó aislada. Los únicos que podían ingresar eran guardias de la frontera e invitados especiales de la entonces República Democrática Alemana.
Desde entonces pareciera ser un recordatorio de las caídas, divisiones y pero también de los reencuentros.