Camino a Mitla, un hotel fuera de serie
Oaxaca es una tierra maravillosa. Aterrizar aquí reanima: los paisajes, colores y sabores de esta tierra son entrañables.
Un ejemplo es San Jerónimo Tlacochahuaya, a 22 kilómetros del centro de Oaxaca, además de su iglesia del siglo XVI, alberga a Cosijo, un hotel boutique rural de 10 habitaciones, de 75 metros cuadrados cada una.
Su gran portón de entrada nos condujo a un recinto enmarcado por muros enormes, geométricos y sobrios, pintados con colores minerales de la región.
El patio interior está cubierto de piedrecitas sobre las cuales hay un camino de tablones de madera que invitan a entrar. Cada habitación tiene su propio patio, así como una hamaca. Su decoración es chic, sencilla, muy cómoda y con un Twist de artesanía local; además, todo el hotelito está cubierto por el cielo azul profundo de esta región zapoteca, así el ritmo de tu día cambia de inmediato.
Tomamos el fresco y cenamos en la terraza del hotel junto a un horno exterior y bajo la luz tenue de las velas. La comida fue un descubrimiento increíblemente grato, con tortillas hechas a mano, frijoles cosechados en las inmediaciones, quesillo elaborado en la localidad, y el pan horneado diariamente.
El mole y las salsas de molcajete, por su parte, tienen sabores profundos y perduran en la memoria muchos días después de haberlos comido.
Aquí los sabores de Oaxaca se hacen presentes de una manera sabrosa, local y absolutamente fresca. Los planes para los siguientes días se vuelven apasionados al calor del mezcal, sin nombre, que nos comparte la dueña: una mezcla exclusiva.
Por la noche las estrellas iluminaron el camino de regreso a nuestra habitación. Al día siguiente, decidimos explorar los alrededores en bici y llegar hasta la zona arqueológica de Dainzú acompañados por un guía local quien nos llenó de anécdotas y de historias sobre el lugar.
Pedaleamos entre cultivos de chile de agua y ruinas zapotecas al tiempo que celebramos la decisión de tomar la ruta menos ruda: sólo tres kilómetros, pero todos realmente disfrutables. Regresamos a nadar y mezcalear otro rato, luego de conocer el huerto orgánico del hotel, donde se cultivan las hierbas frescas que se utilizan en la cocina.
En los alrededores puedes visitar Santa María del Tule, Teotitlán del Valle o aventurarte 27 kilómetros hasta el sitio arqueológico de Mitla. La ciudad de Oaxaca es otra opción pues, en automóvil, llegas en 20 minutos.
Concluimos la visita un domingo, pero antes caminamos a la iglesia de Tlacochahuaya para oír un concierto de órgano. El templo, decorado con las pinturas coloridas de flores y arcángeles del siglo XVI es, de por sí, una belleza.
El turismo rural es una delicia y en el Hotel Cosijo entras a un espacio que te permite disfrutar cada detalle, cada experiencia, sin prisa.
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