Un viaje para conocer las pistas de la batalla más larga de la Primera Guerra Mundial.
La batalla de Verdún en la Primera Guerra Mundial fue una carnicería sin precedentes. Pueblos enteros fueron casi totalmente destruidos. El paisaje fue destrozado por las granadas. El suelo, contaminado por gas tóxico, quedó sembrado de muertos.
«Esta tierra no es ningún jardín y mucho menos un jardín del Edén», escribió en 1932 el escritor alemán Erich Kästner. Más de 80 años después, los campos de batalla, próximos a la frontera alemana, todavía se parecen a los que Kästner describió en su poema «Verdún, años después».
Pueblos fantasma, trincheras y tierra contaminada. "Nosotros vivimos con la muerte", dice Pierre Lenhard. Este francés, de 59 años, es guía turístico, o más bien guía de campos de batalla.
En los alrededores de la ciudad de Verdún, a orillas del río Mosa, en el noreste de Francia, se desarrolló entre el 21 de febrero y el 19 de diciembre de 1916 la batalla más larga de la Primera Guerra Mundial, y una de las más sangrientas. Duró 300 días y 300 noches y les costó la vida a más de 300,000 soldados franceses y alemanes, de los que 80,000 todavía hoy no han sido identificados. Unos 400,000 resultaron heridos.
Pierre se para frente a un monumento en honor a soldados franceses caídos durante la batalla. El monumento se encuentra en Fleury-devant-Douaumont, a unos 12 kilómetros de Verdún. El 21 de febrero de 1916, la localidad fue despertada poco después de las siete de la mañana por el sonido de los cañones alemanes.
Lee: La guerra que incluyó un partido de futbol
Fleury-devant-Douaumont es uno de los nueve pueblos campesinos que hace 100 años quedaron reducidos a escombros. "Villages détruits", pueblos destruidos, tal como se llaman oficialmente hoy esos pueblos fantasma. Son testigos mudos de la historia.
Verdún nunca se recuperó de la batalla, dice Pierre. "Antes de la guerra vivían en la ciudad unos 30,000 habitantes. Hoy ni siquiera son 20,000". Todavía hoy se encuentran restos óseos, distintivos militares y cascos.
Fleury-devant-Douaumont nunca fue reconstruida después del fin de la guerra en 1918. En las fachadas de la escuela y el café hay pequeñas placas de metal con inscripciones recordatorias. La capilla conmemorativa Notre-Dame-de-l’Europe, construida en 1979, se encuentra en el lugar donde en el pasado estaba la iglesia. El Memorial de Verdun, erigido en 1967, se construyó sobre los escombros de la antigua estación de tren.
El museo fue cerrado en septiembre de 2013 para que se realizaran obras de ampliación. Con motivo del centenario del inicio de la batalla de Verdún, el 21 de febrero, volverá a abrir sus puertas con una superficie de exposición más grande.
Aunque quedó destruida, Fleury-devant-Douaumont sigue existiendo como municipio, con alcalde y código postal. Ninguno de los pueblos en la "Zone Rouge" (zona roja), de más de 10,000 hectáreas, fue reconstruido. "Era demasiado peligroso. Había demasiados muertos en la tierra. Además, el gas tóxico había contaminado todo", explica Pierre.
En Verdún fueron lanzados millones de granadas. Hasta el día de hoy, la naturaleza está contaminada por cobre, hierro, plomo, mercurio, cinc y otros productos químicos. Durante la batalla se usó por primera vez gas tóxico. No solo por respeto a los muertos se instalaron en el bosque de Verdún señales de prohibición con textos como "Por favor, no jugar".
El "infierno de Verdún" dejó trincheras en zigzag y cráteres abiertos por las granadas. Las colinas y depresiones en el terreno están cubiertas de hierba. En los hoyos crecen delgados árboles porque el bosque no es antiguo. Fue plantado entre 1929 y 1932. Búnkeres destrozados a tiros y fortificaciones desmoronadas, como Fort Vaux y Fort Douaumont, también son testigos mudos de una batalla sangrienta y sin sentido que siguen marcando el paisaje boscoso a orillas del Mosa.
En Verdún y los alrededores hay 40 cementerios militares franceses y 29 alemanes. El de Consenvoye está situado a unos 20 kilómetros al norte de la ciudad. Hasta el 22 de septiembre de 1984 fue uno de los últimos cementerios abandonados y descuidados.
Sin embargo, François Mitterand se convirtió aquel sábado en el primer presidente francés en visitar un cementerio militar alemán. A su lado estaba el canciller alemán Helmut Kohl. Mitterand lo había invitado para conmemorar en Verdún el 40 aniversario del desembarco de los aliados occidentales en Normandía, durante la Segunda Guerra Mundial.
Después del acto, los dos se dieron la mano de forma espontánea frente al osario. Fue un gesto inesperado que se convirtió en símbolo de la reconciliación franco-alemana.
Información básica:
Alojamiento: Los hoteles con habitaciones estándar y restaurante en Verdún cuestan entre 80 y 120 euros la noche (entre 90 y 135 dólares). En los alrededores de Verdún hay hoteles de cuatro estrellas con ambiente de castillo donde la habitación se puede conseguir en la temporada baja ya a partir de 90 euros.
Visitar los campos de batalla: La oficina de turismo ofrece visitas guiadas en varios idiomas que duran cuatro horas. Maison du Tourisme, Place de la Nation, www.de.verdun-tourisme.com.