Por 450 dólares las Illuminati Balls ofrecen comida, baños de leche, acrobacias, números burlesque y mucho secretismo.
Dos mujeres desnudas están de pie, la una frente a la otra, ante una hoguera. Sus rostros están ocultos bajo máscaras de animales mientras bailan lentamente, observadas por unos 30 neoyorquinos de sonrisa nerviosa que no están del todo seguros de qué hacen en esta "Fiesta Illuminati".
Hora y media antes, los invitados habían sido recogidos por un autobús-limusina en Manhattan y trasladados a una alejada zona de Connecticut.
Ninguno sabe exactamente a dónde van: todos los smartphones les son confiscados hasta que termine la noche y las ventanas del vehículo están tintadas, por lo que no pueden ver el exterior.
Cuando por fin llegan a su destino, el "Pig King" (rey cerdo) saluda a sus invitados y los conduce hasta un palacete junto a un lago. A los asistentes, entre ellos banqueros, juristas y médicos neoyorquinos, les espera un menú de ocho platos y cócteles. El primer plato se les sirve en una sala llena de arte y animales extinguidos, mientras una cantante de ópera interpreta su repertorio y bailarines sobrevuelan con sus acrobacias las cabezas de los invitados.
El concepto de las "Fiestas Illuminati" lo creó la artista estadounidense Cynthia von Buhler. Ella y su marido, junto con una docena de actores, ejercen de maestros de ceremonia a lo largo de la velada. Al parecer, se inspiró en la "Illuminati Ball" de 1972, también conocida como "Fiesta Surrealista" que ofrecieron la baronesa y el barón Rothschild en su palacete francés, y entre cuyos invitados estaba el genio español Salvador Dalí.
"Después de ver las fotos de la fiesta de los Rothschild quise organizar una velada decadente y libertina. En las "Fiestas Illuminati" prima el poder. Es una noche que cuesta olvidar", afirma Von Buhler, de 51 años. Tanto los actores como los invitados ocultan sus rostros bajo máscaras, desde obras de arte cuajadas de perlas a cuernos de toro, cabezas de vaca o máscaras de monos. "Los animales tienen un papel clave. Me fascina la relación que las personas tenemos con los animales".
Pronto, un cerdito vivo saluda también a los presentes. Se llama Persephone y corretea entre las mesas de los asistentes a la espera de que le den algo de comer. El tema animal es uno de los hijos conductores de la velada: la oscura pieza teatral que se representa en distintos actos a lo largo de la noche gira en torno a la traición y a un conflicto entre el rey cerdo y un mono. Ninguno de los invitados parece entender del todo la trama, aunque la noche es más una mezcla de danzas de fuego, baños de leche, números burlesque y acrobacias. Mucho más no se sabe, pues los participantes se comprometen a no revelar lo que allí ocurre.
Poco antes de la media noche, la luz de la Luna ilumina el tranquilo lago rodeado de árboles. Una suave música invade el embarcadero mientras los invitados, sonrientes, exaltados y un tanto confundidos, se preparan para regresar a Nueva York. "No sabía qué esperar exactamente, todo era secreto y no nos contaron ningún detalle. Pero eso es precisamente lo que quería: el efecto sorpresa. En cualquier caso, fue una noche surrealista", cuenta Te’Rhon O’Neal, un banquero de Manhattan.
Eso sí, una aventura tan exclusiva cuesta lo suyo: la entrada asciende a 450 dólares (unos 407 euros). "No ganamos mucho, porque los costes son muy altos", sostiene Von Buhler. "Más bien, lo hacemos porque nos parece importante". Las fiestas comenzaron a celebrarse en febrero y tienen lugar dos veces al mes, previsiblemente hasta octubre. Hasta ahora, en todas las ocasiones se agotaron las entradas.
Entre tanto, Von Buhler ya está trabajando en su siguiente proyecto: una nueva versión de su obra teatral inmersiva "Speakeasy Dollhouse: The Bloody Beginning" en Brooklyn. En los últimos años, el teatro inmersivo, en el que el público participa activamente en el desarrollo de la función, está gozando de gran éxito en Nueva York. "Adoro a los neoyorquinos, pero creo que todo el mundo debería vivir experiencias extraordinarias a lo largo de su vida", afirma la artista. "Siempre y cuando uno sea abierto y no le importe ver de vez en cuando un poco de piel desnuda".
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