Una de las cuatro montañas sagradas de China, considerada pilar del firmamento.
Con unos pasitos cortos, un par de hombres se adelantan con dificultad a los turistas que disfrutan de la espectacular vista panorámica en el estrecho camino en medio de los montes Huangshan. Sobre sus hombros cargan unas canastas llenas a rebosar, colgadas en largas cañas de bambú, mientras que los caminantes sólo miran los hermosos montes, los cargadores se abren camino una y otra vez por entre la multitud de turistas. El camino se hace aún más estrecho cuando de repente aparecen dos cargadores que arrastran una especie de litera en la que está sentado un turista obeso. Una imagen que inevitablemente recuerda un trabajo que se creía que ya pertenecía al pasado.
En China, este tipo de transporte tiene una larga tradición. Desde tiempos inmemoriales y hasta el día de hoy, en el gigante asiático, y especialmente en el campo, se utiliza la fuerza muscular para transportar mercancías colgadas en los extremos de cañas de bambú que se balancean al paso del cargador. Con este método se transporta todo lo que necesitan los turistas en los hoteles en los montes. Y todo lo que arriba queda como basura regresa por el mismo camino.
Los montes Huangshan abarcan una superficie de poco más de 150 kilómetros cuadrados y están situados en el sur de la provincia de Anhui, a una hora en avión al suroeste de Shanghai.
China cuenta con cuatro montañas llamadas sagradas, que son consideradas como pilares del firmamento. Una de ellas es la montaña Huangshan. El hecho de que durante al menos 200 días al año está envuelta en nubes y niebla magnifica aún más su fama como belleza misteriosa. A juzgar por poetas y pintores de la antigüedad china, esta región es una de las zonas montañosas más hermosas de China. Por ejemplo, el sabio Xu Xiake, que alcanzó fama durante la dinastía Ming, escribió después de una caminata por la montaña: «No existe ningún monte tan hermoso como el Huangshan. Después de haberlo escalado, ya no quiere ver ningún otro más».
Desde hace siglos, la montaña sirve de modelo para pintores chinos e inspiración para largos rollos de pintura y dibujos a pluma. Y una y otra vez la montaña atraía a monjes taoístas y budistas para meditar y estar cerca del cielo. Este pintoresco escenario montañoso incluso ha sido aprovechado en el tiempo presente, como inspiración para los «Hallelujah Mountains» del planeta Pandora en la película de ciencia ficción «Avatar».
Cuando las cabinas del teleférico austriaco suben a la montaña, el Huangshan se presenta efectivamente como un paraíso natural pacífico. El viaje pasa casi silenciosamente junto a empinadas paredes de granito, valles profundos y extensos bancos de nubes. Las cimas, supuestamente 70 en total, muchas veces sólo se divisan vagamente por entre los velos de niebla. Pinos viejísimos están agarrados decorativamente en altos acantilados y quebradas profundas. Aves de rapiña se dejan llevar por el aire impulsados por vientos ascendentes. Aparte del leve zumbido del teleférico, no hay nada que perturbe el silencio entre los montes de hasta 1,900 metros de altura.
Sin embargo, la tranquilidad celestial termina rápidamente. Nada más bajar de la cabina en la estación final, a una altura de unos 1,300 metros, el turista se ve rodeado de otros muchos turistas. Y es que en China nunca se puede estar solo durante mucho tiempo, tampoco en Huangshan, donde guías turísticos recurren a megáfonos para mantener unidos a grandes grupos de turistas chinos. Los guías de montaña explican ante los caminantes las vistas de extrañas formaciones rocosas y viejísimos árboles. Y los turistas occidentales rápidamente se dan cuenta de que aquí están en franca minoría.
Alta fama
Casi 15 millones de turistas visitan cada año el monte Huangshan. Muchos sólo se quedan un día, pero la mayoría pasa un par de noches en alguno de los hoteles, generalmente grandes, con amplios comedores y terrazas. Los hoteles son el punto de partida para los turistas que quieren hacer caminatas cortas o largas. Desde los hoteles parten las principales rutas cuesta arriba y cuesta abajo hacia la naturaleza.
La mayoría de los caminos y escaleras están protegidos con barandillas, debidamente adoquinados, limpios y señalizados con letreros tanto en chino como en inglés. Una y otra vez hay terrazas en los miradores más espectaculares que invitan a sacar fotos del grandioso paisaje.
Los montes Huangshan pertenecen desde 1990 al Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco. Un paisaje formado por rocas de granito, pinares y bosques de bambú, manantiales de aguas calientes y cascadas. Un hábitat para aves de presa, monos y ardillas. En primavera están en plena floración magnolias y azaleas. Golondrinas surcan el cielo en verano. En invierno, los árboles, los arbustos y las rocas están cubiertos de una gruesa capa de nieve.
Este mundo montañoso único tiene un atractivo especial durante la salida y la puesta del sol. No es de extrañar, por tanto, que nadie quiere perderse este espectáculo. Por eso, ya temprano por la mañana se oye en los pisos de los hoteles el ruido de pisadas y el parloteo de los turistas que se dirigen colectivamente al punto en la montaña para contemplar la salida del sol. Por la noche basta con que uno se siente cómodamente en la terraza del hotel «Bei Hai», por ejemplo, para poder disfrutar del espectáculo de la puesta del sol. Afortunadamente, en las habitaciones hay chaquetas de plumas para la excursión en el crepúsculo matutino o vespertino.
INFORMACIÓN BÁSICA
Cómo llegar: En avión desde Shanghai a la ciudad de Huangshan. También circulan autobuses y trenes entre ambas ciudades, la distancia es de unos 500 kilómetros. El aeropuerto está situado a aproximadamente una hora en coche de los montes Huangshan.
Cuándo viajar: Las mejores épocas para viajar son primavera y otoño. En junio comienza la breve época de lluvias.
Entradas: Para poder entrar a China se necesita un pasaporte válido y un visado expedido por la embajada de la República Popular China. Por Internet se puede obtener el formulario para solicitar el visado: www.visaforchina.org