Las islas Whitsunday son una escala obligatoria en cada viaje a lo largo de la costa este de Australia.
Las islas Whitsunday son famosas pero solo pocas personas conocen a los aborígenes de este lugar de tarjeta postal. La ruta Ngaro Sea Trail lleva a los caminantes y kayakistas hacia las pinturas rupestres y canteras de la tribu Ngaro, y a miradores fantásticos.
De no ser por la valla y los letreros que se encuentran frente a la cueva, uno podría creer que los dibujos rojos en la peña escarpada son grafittis hechos por jóvenes poco talentosos. Sin embargo, se trata de un tesoro cultural antiquísimo.
Hace probablemente unos 2,000 años, un aborigen del pueblo Ngaro bajó en cuclillas a la cueva, metió sus dedos en el polvo de color ocre y trazó rayas sobre la roca.
Los ngaros se vieron obligados hace siglos a abandonar las islas Whitsunday. Y ahora hay una nueva ruta que permite seguir sus huellas.
Las islas Whitsunday son una escala obligatoria en cada viaje a lo largo de la costa este de Australia. Una flota de veleros lleva a los mochileros y otros turistas durante un par de días por las islas. El punto de partida, Airlie Beach, es desde hace tiempo un ruidoso lugar para fiestas de dudosa reputación. Sin embargo, casi ningún turista ha oído hablar de los primeros habitantes del archipiélago.
La ruta Ngaro Sea Trail pretende cambiar esta situación. "La ruta conduce a las cumbres de las islas y a importantes sitios culturales e históricos", dice Damien Head, director del parque nacional en la región de la Gran Barrera de Coral. No es una ruta continua sino una red de rutas para kayaks y senderos.
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Uno de los caminos más cortos pero también más interesantes comienza en Nara Inlet, una profunda ensenada en la isla Hook Island. El camino sale de la orilla, pasa por unos matorrales secos y sube hasta la cueva con sus pinturas rupestres. En el borde del camino hay paneles que explican el modo de vivir y la historia del extraordinario pueblo aborigen que en el pasado se desplazaba entre las islas en canoas hechas de corteza.
Hace al menos 9,000 años que los ngaros llegaron a las islas, que en realidad son las cimas de una cordillera hundida en el mar. Al principio, los ngaros solo visitaban de vez en cuando estas islas en busca de alimentos. Más tarde, cuando habían aprendido nuevas técnicas y cuando el nivel del mar seguía subiendo, los ngaros decidieron quedarse en las islas. Ellos recolectaban ñames y ciruelas Burdekin, cangrejos de los manglares y mariscos. Para la pesca utilizaban redes y ganchos hechos del caparazón de tortugas.
En Nara Inlet, los colonialistas concentraron a muchos guerreros ngaros y los mataron. Los supervivientes fueron deportados a misiones. Muchos fueron obligados más tarde a trabajar como pescadores de perlas en el estrecho de Torres. Fue el final de un sangriento conflicto entre los aborígenes y los conquistadores llegados de Europa.
El conflicto comenzó el 3 de junio de 1770, el día en que James Cook echó el ancla frente a las islas. Fue un domingo de Pentecostés (Whitsunday en inglés). Cook dijo más tarde que los ngaros eran los aborígenes más altos que jamás había visto. También eran los más rebeldes. Una y otra vez subían durante la noche a los barcos fondeados para sabotearlos o masacrar inmediatamente a la tripulación. La venganza de los europeos fue despiadada.
Muchos turistas que hoy son llevados en veleros a la bahía vecina y que caminan hacia el mirador y por Hill Inlet no saben que están en la ruta Ngaro Sea Trail. "La mayoría de los que sí lo saben son kayakistas", dice Damien Head.
Esto también tiene sus ventajas. Muchas veces, el caminante tiene toda la isla para él solo, o casi. Este día, un turista subió con su bicicleta de montaña en el taxi acuático que se dirige a South Molle Island. Desde Shute Harbour, el barco de acero solo necesita diez minutos para llegar a la playa de South Molle Island. En esta isla discurre el tramo terrestre más largo de la Ngaro Sea Trail y el único donde está permitido circular en bicicleta.
Un brazo de la ruta atraviesa un bosque casi tropical, pasa junto a una roca que se balancea sobre la cuesta y llega a Lamond Hill. Este cerro toma su nombre de Henry Lamond, un pastor cuyas ovejas pastaban en South Molle hasta el año 1927, cuando Lamond cambió la isla por la granja lechera de Ernie Bauer, quien construyó allí un complejo turístico. Una placa de metal en el cerro recuerda a Eileen, la mujer de Lamond, y a su hijo Hal. "Los dos amaban esta isla", dice el texto grabado en la placa. Es fácil comprenderlos.
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