La maravillosa India

Es un mundo de fantasías en el que todo parece rendirle culto a los colores, olores y sonidos más increíbles.

No conozco otro lugar como la India.

Es un mundo de fantasías en el que todo parece rendirle culto a los colores, olores y sonidos más increíbles. Un asalto permanente a los sentidos del que nadie puede salir indemne. Estuve aquí por primera vez hace dieciséis años, con mi mochila, poniendo fin a un viaje que me llevó por varios rincones de Asia.

Aquella vez fueron cuatro meses, sumergiéndome en ese mundo en donde las vacas sagradas vagan por las calles en busca de una comida que casi nunca encuentran, las rutas están condenadas a una prodigiosa anarquía en las que las leyes de tránsito son trituradas, las mujeres llevan pintado el tercer ojo en la frente, los eunucos de ropajes atrayentes a los que se conoce como hijiras danzan en los siempre repletos vagones de los trenes a cambio de limosnas, los inciensos se desangran en aromas exquisitos en altares bizarros y los penitentes sadhus buscan alcanzar la luz de la salvación divina a través del rechazo de las tentaciones terrenales.

Hace unos meses decidí celebrar los 15 años de Malena, mi única hija, con un regreso a esa India de la que tanto me enamoré.Con la misma mochila de entonces, con la misma ansiedad pero unos cuantos cabellos menos, puse rumbo entonces con Malena hacia la tierra de las fantasías.

En mi mapa y mis sueños esperan Delhi, Varanasi, Agra, Jaipur, Bombay, Udaipur, Jaisalmer, el desierto del Thar, Pushkar, Amritsaar, tal vez Calcuta, tal vez Chennai y el lejano sur, tal vez los Himalayas.

Llevo la cámara lista, las baterías recargadas, para compartir con National Geographic Traveler las fotos de esta nueva historia india. Algunos turistas, algunos viajeros, llegan a la India y necesitan escapar para siempre de ella. Otros vuelven una y otra vez.Yo soy de estos últimos.

No te pierdas la primer fotogalería de su viaje a Delhi.