Una mirada a la famosa Puerta Falsa.
Hace 200 años una mujer colombiana luchó desde sus posibilidades por la liberación femenina y fundó -en contra de las tradiciones y con el apoyo de su esposo- La Puerta Falsa, un restaurante considerado el más antiguo del país que tras ocho generaciones sigue deleitando paladares con sabores típicos.
Está ubicado a pocos metros de la céntrica Plaza de Bolívar y a escasos pasos del lugar en donde se dio el grito de la Independencia de Colombia. Se trata de un espacio de no más de 15 metros cuadrados con mezzanine que encierra los sabores y olores típicos de la época colonial en Bogotá.
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"Yo he escuchado a personas que haciendo fila comienzan a preguntarse ‘¿por qué estamos haciendo fila para entrar a un restaurante?’", dice entre risas Marta Sabogal, hija del único hombre que tras siete generaciones llegó por herencia a la cabeza del restaurante comandado por un matriarcado.
La historia cuenta que la fundadora, Josefa Caicedo, tuvo diferencias con el párroco de ese entonces, quien tenía gran poder en la sociedad y veía con malos ojos la igualdad de género.
En medio de la celebración de la Virgen del Carmen, la mujer, reconocida por sus dotes culinarias, invitó a algunos miembros de la comunidad a degustar un refrigerio, pero el párroco mostró su descontento debido a que las viandas no fueron repartidas para todos los asistentes.
Josefa al parecer se sintió ofendida, pidió a su marido mudarse más cerca de la iglesia y abrir allí mismo, en una de las salas de la casa construida en el siglo XVII, un almacén de postres tradicionales como cocadas, brevas con arequipe (dulce de leche), arroz de leche y marquesas, entre otros.
"Mi papá cuenta que a raíz de que había cierta discordia entre el párroco y ella por su status de mujer, en medio de su rebeldía y sus ganas de demostrar que era diferente y que tenía otras expectativas de la vida, quiso abrir ese negocio", explica Sabogal.
El lugar abrió sus puertas el 16 de julio de 1816, seis años después de iniciarse la Independencia del país, justo frente a la entrada lateral o "puerta falsa" de la parroquia, que era el punto de encuentro para quienes salían de misa.
Lo que comenzó como un desafío se convirtió en pocos años en un lugar de referencia de la sociedad bogotana en el que se mezclaban de forma inusual indígenas, criollos y españoles a degustar las delicias hechas por la mujer.
Desde entonces, han sido siete generaciones de una familia que ha sabido respetar la memoria de sus ancestros y ha mantenido el mismo ímpetu de su fundadora para seguir vigente a través de los años sin dejar de lado el reconocimiento y agradecimiento a sus clientes.
"Yo creo que La Puerta Falsa se ha mantenido gracias a los clientes porque a través de los años y las generaciones ellos han alimentado un vínculo con este sitio", considera Sabogal al afirmar que "también se debe a una gratitud con los ancestros que lucharon por mantener el sitio".
"Me refiero a las mujeres de esa época que iniciaron esto. Tuvo que ser una batalla bastante complicada para ellas y pienso que eso también ha sido una fortaleza para que nosotros rindamos también un homenaje a ellos y queramos mantener el sitio como tal", agrega.
Para la nieta de la octava generación, el papel de la mujer en La Puerta Falsa "ha sido fundamental", no solo por la forma como surgió el lugar, sino por "las manos que trabajan diariamente para hacer las recetas, esas manos de mujeres".
El restaurante, que sobrevivió a un incendio en 2002 y que actualmente es administrado a petición de la abuela de Sabogal por sus dos herederos que se alternan en el manejo cada cuatro meses, cuenta con una variedad de platos que tienen precios entre uno y siete dólares.
La Puerta Falsa ha recibido en casi dos siglos a miles de ciudadanos, políticos, empresarios, actores y hasta personajes de la historia como Manuelita Sáenz, una ecuatoriana que fue compañera sentimental del libertador Simón Bolívar y quien de acuerdo con los relatos "amaba las marquesas (dulce de leche con azúcar)" que allí vendían.
El próximo 16 de julio, cuando cumple exactamente 200 años de haber abierto sus puertas, La Puerta Falsa tiene preparada una fiesta especial para todos su clientes, "los verdaderos artífices de que este lugar sea una tradición y casi un patrimonio del país".
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