Los parisinos se cuestionan si la icónica ‘Dama de Hierro’, la Torre Eiffel, podría caerse a falta de mantenimiento adecuado. Ésta es la razón.
Todos los días, el escritor francés Guy de Maupassant se sentaba en un café de los Campos Elíseos a ver el amanecer. Mirar París por la mañana fue su primera fuente de inspiración durante años —hasta el 28 de enero de 1887, día en que empezó la construcción de la Torre Eiffel.
Por sus formas pesadas y su inequívoca estética industrial, al ensayista francés le parecía aborrecible: un elemento disruptivo que desentonaba con siglos de arquitectura parisina. Tanto así que, al término de las obras, se empezó a referir a ella como su ‘archienemiga de hierro‘: detestaba su creciente popularidad, y sobre todo, la desfachatez con la que había importunado la línea de horizonte en París.
Después de años de renegar, Maupassant decidió que, para no ver la estructura de metal que tanto detestaba todos los días, sencillamente desayunaría en la cafetería al pie de la Torre Eiffel. Sólo así volvió a él la vista de París que tanto añoró, al tiempo que criticaba al nuevo ícono parisino. A más de un siglo de esta trifulca intelectual, la Torre Eiffel adolece de un mal mayor: todavía más devastadoras que las críticas de Maupassant son las capas de óxido que recubren sus andamios actualmente.
Te sugerimos: Un especialista para cada material: así ha sido el proceso de reconstrucción de Notre Dame de París
1,700 escalones a pie
Originalmente, según los registros de la institución que salvaguarda a la Torre Eiffel, se requirió el trabajo de alrededor de 300 personas para alzar la estructura, a cargo del arquitecto Gustave Eiffel. En aquel entonces, se pensó como la pieza principal de la Exposición Universal de París de 1889.
La torre se terminó a tiempo, pero los elevadores no funcionaban. Aún así, cerca de 30 mil visitantes subieron hasta el punto más alto por las escaleras, montando —uno a uno— los 1,700 escalones a pie. En la actualidad, esta cifra parece ínfima a comparación de la cantidad de personas que visitan anualmente la Torre Eiffel de París.
Se calcula que, en promedio, la Torre Eiffel recibe 7 millones de visitantes. A pesar de ser un ícono en la línea del horizonte de Francia, y de la afluencia titánica de personas que la montan todos los días, el gobierno francés parece no estar dándole el mantenimiento que se merece.
¿Se va a caer?
Recientemente, la revista francesa Marianne denunció el cuidado deficiente que el Estado estaba dándole a la Torre Eiffel. Completamente cubierta de óxido, la publicación se pregunta si la ‘Señora de Hierro’ de París podría realmente desmantelarse, a falta de manutención adecuada.
Según el medio francés, el gobierno sólo le dio ‘mantenimiento superficial’ a la estructura. Esto fue sencillamente insuficiente para la cantidad de óxido que corroe gran parte de la estructura.
Al respecto, uno de los administradores del sitio dijo lo siguiente a Marianne, conservando su derecho de anonimato: “Si Gustave Eiffel visitara el lugar, le daría un infarto”.
El Río Sena y los millones de transeúntes que pasan cerca de la , porque los trabajos requerirían de cerrar por completo la estructura.
El argumento es mayoritariamente económico: Sete no está dispuesta a renunciar al ingreso que generan los cientos de miles de turistas que la visitan diariamente. Después del Louvre y Versalles, la Torre Eiffel es el cuarto sitio más visitado en todo Francia. Aún con ello, de no tomarse las medidas pertinentes, no habrá las condiciones adecuadas para que los turistas compren boletos para subir.
134 años más tarde
Gustave Eiffel no quería que su obra maestra se quedara para siempre en París. Por el contrario, el plan original era que permaneciera ahí sólo dos décadas, para que la mayor cantidad de personas pudieran disfrutar de su auge industrial. Una vez cumplido el plazo, la estructura habría de ser desmantelada.
Sin embargo, por el apego identitario que París generó con la estructura, la Torre Eiffel sigue ahí 134 años más tarde. Hoy, está cubierta casi por completo de óxido, que la corroe todos los días a causa del mal clima y la lluvia ácida, documenta The Paris Review.
Tal vez, de haber escuchado a Maupassant y al mismo Eiffel, la ciudad no estaría lamentándose por el deterioro de otro más de sus íconos culturales. Mientras las autoridades parisinas deciden que hacer, una vez que explotó el escándalo, la Dama de Hierro aguarda. Tal vez, después de tantos años de aguantar turistas de todo el mundo, ella también padezca del síndrome de París.
Sigue leyendo:
Francia tala robles de más de 200 años de edad de para reconstruir Notre Dame
15 cosas que hacer al visitar París después de la pandemia