Nuestro lector, Samir Issa describe su travesía a lo largo de playas doradas y túneles tropicales en Manabí, Ecuador.
Ayampe es un pueblo tranquilo, sin exceso de autos pitando en cada esquina y con algunas calles sin asfaltar. Parece un pueblo fantasma ubicado al comienzo de la provincia de Manabí, donde por esta época del año -mayo a noviembre- es casi imposible nadar en el mar por el frío.
Nos dirigimos hacia Puerto López, un cantón que, mediante un decreto ejecutivo, fue declarado Área Turística Protegida. Se encuentra a 20 minutos de Ayampe, y entre los meses de junio y agosto, este pueblo de pescadores atrae a miles de turistas que vienen ansiosos por presenciar una de las maravillas del mundo animal: el avistamiento de ballenas jorobadas.
Nuestra estancia en Puerto López duró poco tiempo, pero fue suficiente para conocer la playa e interactuar un poco con los pescadores. El siguiente paso fue tomar una moto-taxi que nos llevara hasta la playa de Los Frailes.
Un islote nos sorprende a lo lejos justo antes de girar por la calzada que nos lleva a Los Frailes. Los pescadores de la zona lo bautizaron como Horno de Pan debido a su forma. Avanzamos en la moto-taxi por un camino de tierra. Son cinco minutos aproximadamente hasta llegar a la arena.
En un extremo de la playa, vemos un letrero que invita a conocer el mirador Las Fragatas. Se sube por un sendero lleno de naturaleza, donde el sonido de los animales es la música de fondo que te acompaña durante todo el recorrido. Se llega a la cima después de 20 minutos de caminata. La vista que se obtiene desde este punto, es única. La infinidad del mar es lo que más se admira del paisaje, al igual que el resto de las montañas.
Antes de llegar al final del sendero, hay un desvío que conduce a la playa de La Tortuga. La playa no es muy grande, pero tiene un pequeño islote a pocos metros de distancia, y a simple vista se percibe un camino de arena cubierto por las olas que, quizás temprano en la mañana, conduce fácilmente hasta el montículo rocoso.
Regresamos a Ayampe por la noche y nos dirigimos hacia el festival de diseño independiente -Ayampe Bazaar Night-. Una vez en el lugar, vemos que hay artesanías con objetos reciclados, cuadros de pintura, ropa, cremas para la piel, dulces y mermeladas artesanales.
Al día siguiente, nuestro último destino es la paradisíaca Playa Dorada. Un lugar casi secreto que antes sólo se podía ingresar en bote. Para entrar hay que caminar durante 20 minutos por un suelo de tierra.
Una playa escondida de la explotación del hombre, un tesoro oculto y magnífico de la naturaleza. Denominada Playa Dorada por el color de su arena, la cual es un regalo para los pies de quien la visita. El mar no se ve muy amigable para nadar, a pesar de que el color de sus cautivadoras olas es una mezcla entre verde y celeste claro.
Este edén es único, una vez que llegas, no quieres irte. No en vano muchas personas afirman que es la mejor playa de la costa ecuatoriana. Su tranquilidad te transporta a los tiempos en que no existía contaminación sobre la tierra. Esperemos que siga así, por tal motivo, seguiré manteniendo en silencio su punto de ubicación.
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