Mi Moscú temporal

Callejones secretos de la capital rusa.

Desde que dejé de vivir en Moscú de fijo, cada vez que lo visito lo recorro a pie. Suelo bajar en el metro Oktyabrskaya y comenzar a caminar por la avenida Leninski.

Me gusta admirar el monumento a Lenin, cuya mirada a ciertas horas observa el tráfico. Si sigo bajando llego al Parque Gorki, que ahora es el refugio d los hipsters. El lugar está lleno de máquinas expendedoras de comida para peces, ardillas y patos. Disfruto visitarlo en días hábiles para poder convivir con la fauna sin tumultos. En verano instalan un cine al aire libre, y en invierno una pista de patinaje sobre hielo. En temporada de calor suele haber tráfico de bicicletas, segways y patines en un carril especial para vehículos con ruedas y sin motor que va al lado del río Moscú.

Otra opción más urbana es que al bajar de la misma estación de metro me desvíe hacia la calle Pyatnistskaya hasta llegar al río, a la altura del malecón Moskvoretskaya. En el camino está una de mis cafeterías favoritas, se trata de Cheburechnaya No 1, donde venden unas empanadas únicas de la región del Cáucaso.

Bordeando el río llego a KitáiGorod, un barrio cultural e histórico cuyo significado es ciudad china. Mi refugio favorito es Ukuleleshnaya, una tienda de ukulele que también sirve café y tragos suaves y posee una impresioante recopilación de vinilos. Desde la estación Kitái-Gorod me dirijo a la parada Chistye prudi. Aquí está el Teatro Sovremennik que siempre ofrece producciones de primera de mis favoritas, como Tres camaradas de Remarque.

Subiendo por la calle Myasnitskaya están dos de mis lugares favoritos: Bilingua, donde hay una sala de libros y un bar de dos pisos donde se celebran conciertos de underground; y la cafetería Didú, que la decora una Mona Lisa hecha de plastilina.

Cada mesa tiene una caja de plastilina con la que uno puede dejar sus creaciones hasta donde el lugar y el tamaño de tu obra lo permita , incluso algunos han logrado pegarlas al techo y hasta la fecha resisten esa lucha contra la gravedad.

Recomendamos: Desde Rusia con amor

Fotografías: Rodrigo Christian Ríos Lavot