Esta es una ciudad llena de cultura y tradiciones. Los habitantes se siente muy orgullosos de pertenecer a esta cultura.
Mi ciudad
Está Alemania? ¡y luego Baviera!?. Después de un par de mass (esos tarros gigantes con un litro de cerveza), los muniqueses presumen al estado de Baviera como si fuera una nación independiente y afirman que su capital, Múnich, podría sostener económicamente el resto del país. Alardes algo exagerados, claro, pero es un hecho que la ciudad tiene costumbres únicas, además de mucho dinero, el cual se gasta en gran parte para lucirse. Esto me deslumbró como turista hace algún tiempo, pero ahora, como residente, la ciudad me ha enamorado por razones distintas.
Múnich es un lugar que invita a aprovechar los espacios públicos, repletos de cultura y naturaleza, y en los que su gente te contagia las ganas de vestir un Dirndl o Lederhose (las prendas escotadas y pantaloncillos con tirantes de piel) en las fiestas de temporada. Bailar con estos trajes típicos sobre las bancas durante el Oktoberfest, la feria cervecera más grande y famosa del mundo, te hace pertenecer, formar parte de ella. Al cabo de poco tiempo comprendí que en Múnich esto no solo significa diversión, sino que representa una demostración de orgullo por las tradiciones y una manera de sentirse parte de una comunidad.
Por otro lado, más de 4 000 hectáreas de zonas verdes hacen que cada uno de los trazos urbanos tenga parques o entradas a bosques. El Englischer Garten es uno de los parques más grandes del mundo (supera a Central Park y Hyde Park) y todos los días, sin importar el clima, está lleno de vida. Los que se atreven pueden nadar en las vertientes del río Eisbach (literalmente río helado), cuya agua llega de los Alpes al parque; otros pasan a vitorear a las docenas de surfistas que, llueva o nieve, intentan dominar una ola que se forma en una zona del río.
Recientemente, el parque celebró sus 225 años con actividades especiales en sus restaurantes, jardines cerveceros y espacios culturales.
Encuentra la historia completa en la edición de enero/febrero (2017) de la
revista National Geographic Traveler.
No te pierdas la fotogalería.