Este 2016 ha sido un año récord de accidentes
Bjørn Arild Fjeldsbø, empleado de la Cruz Roja en Odda, en la costa oeste de Noruega, está agotado. En lo que va de año, él y su equipo de 15 voluntarios ya tuvieron que realizar 30 salidas para rescatar a turistas en las montañas.
En el conjunto de 2015 realizaron 22 salidas. "Quisiera que la gente se informara sobre el ascenso antes de emprender el camino hacia la Trolltunga", dice resignado.
La Trolltunga es uno de los destinos turísticos más espectaculares de Noruega. Este saliente en una roca se encuentra "flotando" a unos 700 metros sobre el lago Ringedalsvatnet y es un motivo fotográfico único. Sin embargo, el camino hacia la cima es complicado. El excursionista tiene que franquear un desnivel de 1,100 metros en un trayecto de 22 kilómetros que pasa por un terreno escarpado. Un noruego con experiencia en la montaña necesita para el ascenso y el descenso en buenas condiciones meteorológicas hasta ocho horas. Sin embargo, el problema no son los noruegos, desde luego. Son sobre todo los turistas de Asia y Norteamérica los que creen que el ascenso es un simple paseo. Sandalias, chancletas, pantalones cortos: Fjeldsbø ya ha visto todo.
Cuando un turista queda varado en la montaña, la causa es casi siempre un equipo inadecuado, dice el rescatista.El pasado 20 de agosto tuvieron que ser rescatados cinco alemanes que solo vestían camisetas y que llevaban consigo una tienda de campaña rota. El mismo día, los socorristas rescataron a una mujer británica agotada que llevaba a la espalda a su niño de un año de edad. Los dos sufrían hipotermia. El niño temblaba y tenía la cara casi morada. Los trabajadores de la Cruz Roja estaban consternados.
"El tiempo a una altura de algunos cientos de metros puede ser muy diferente a las condiciones meteorológicas en el punto de partida del ascenso", explica Espen Brekke, miembro de la organización de rescate Norsk Folkehjelp. Brekke es uno de los voluntarios que entran en acción cuando hay turistas en apuros en el Preikestolen (púlpito, en español), una plataforma rocosa en la provincia de Rogaland que ofrece una magnífica vista panorámica del Lysefjord. Para este año se espera la llegada de 300,000 turistas. Muchos de ellos vienen desde muy lejos. "El mayor problema para nosotros son los turistas que solo disponen de un día para el recorrido", dice Brekke. Sobre todo a los asiáticos resulta difícil persuadirlos de que no emprendan el ascenso cuando hace mal tiempo.
Brekke cuenta que un día de agosto una fuerte tormenta obligó a cerrar el camino hacia la plataforma rocosa no protegida. Aun así, algunos turistas se empeñaron en subir y pasaron delante de los rescatistas con pantalones de chándal y paraguas. "Esa gente se expone totalmente a las inclemencias del viento y la lluvia". Para los rescatistas voluntarios, estas intervenciones no son fáciles. En julio, un turista sufrió una herida tan grave que ya no podía caminar. Debido a la niebla, el helicóptero no podía entrar en acción, por lo que los rescatistas tuvieron que bajar al turista cargándolo. La operación de rescate duró siete horas. Los socorristas no pudieron volver a sus camas hasta las cinco de la mañana. Como consecuencia del número récord de intervenciones registrado este año "es cada vez más difícil reclutar a personas para nuestras operaciones de rescate", lamenta Bjørn Arild Fjeldsbø. Y es que los voluntarios no reciben ninguna remuneración y dependen de que sus empleadores les permitan abandonar sus puestos de trabajo para participar en las operaciones de rescate. Por esta razón, se alzan cada vez más voces que piden otras fuentes para financiar esas operaciones.
El alcalde del municipio de Forsand, Bjarte Sveinsvoll Dagestad, ha propuesto que se cobre la entrada a los turistas que quieren escalar el Preikestolen. Con ese dinero, argumenta el alcalde, no solo se pueden financiar las operaciones de rescate, sino que también sepuede asegurar el mantenimiento de los caminos.
Sin embargo, su propuesta se ha topado con una fuerte oposición, ya que el derecho noruego permite a cualquier persona disfrutar de la naturaleza de forma gratuita.
Otros han sugerido que los turistas paguen por su rescate. Sin embargo, la Cruz Roja rechaza esta idea. "Nosotros no obligamos anadie a pagar por su necedad", dice Fjeldsbø. Su organización jamáspedirá que se paguen los costes, asegura. Como consecuencia, los esfuerzos se centran ahora en mejorarlaseguridad de los senderos. En el camino hacia la Trolltunga se instalaron dos cabañas adicionales con equipos. Además,las organizaciones de rescate están hablando con los municipios y la asociación turística sobre la colocación de señales de aviso adicionales que adviertan con mayor contundencia a los turistas sobre los peligros. Sin embargo, una ley que impide que la gente se mueva libremente por la naturaleza es algo impensable en Noruega.
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