Después de un año de pandemia, Nueva York está lista para reabrir por completo en julio y esto es lo que te espera.
Para inaugurar la reapertura de la ciudad en julio de 2021, Nueva York estará vacunando a sus visitantes en los sitios de interés más populares. Con esto, dará pie a una nueva oleada de turistas con ánimos de volver a caminar sus calles, impulsar los restaurantes y todas las actividades económicas.
En tiempos en los que la sana distancia ya no está peleada con los espacios abiertos, la capital cultural de Estados Unidos permitirá que sus turistas la disfruten al aire libre y estas son las actividades imperdibles que no te puedes perder:
Contemplar Manhattan desde el Brooklyn Bridge Park
Puede que no exista experiencia más icónica en la Costa Este de los EEUU que contemplar Manhattan desde el Brooklyn Bridge Park. No importa la hora del día: siempre es un espectáculo el juego de luces que la ciudad hace con el cielo despejado. Para quienes gusten de activar el cuerpo, ahí mismo es posible correr, andar en bici, practicar distintos deportes e incluso, cuando es temporada, pescar.
Ir al NYC Underground in Turnstyle Market
39 puestos. 10 kioscos con propuestas distintas. 19 opciones de comida de países diferentes. Con esta variedad se encuentran las personas al ingresar al NYC Underground in Turnstryle Market. Como su nombre lo indica, es un espacio subterráneo en el que se encuentra una oferta impresionante de comida y tiendas a precios relativamente accesibles.
Ubicado debajo de 8th Avenue, entre 57th y 58th Street, está pensado para quienes han visitado la ciudad un par de veces, y quieren encontrar alternativas más allá de visitar los museos tradicionales, pero tampoco tienen ganas de gastar demasiado.
Perderse en el metro
No puede decirse que se conoce el metro de Nueva York sin antes haberse perdido en sus entrañas. Éste es el sistema ferroviario de transporte más grande en Estados Unidos, y sin duda, el que más personas recibe al día en todo el país. Después de la pandemia, ha vuelto a funcionar las 24 horas del día, sin parar, durante todo el año. Ahí conviven músicos de calle, mandatarios estatales, transeúntes viajeros y empresarios, como si las jerarquías sociales fuesen indistintas.
Pararse al pie de la Estatua de la Libertad
Al sur de Manhattan, la Estatua de la Libertad de Nueva York fue un regalo del gobierno francés, en honor a la firma de la Declaración de Independencia estadounidense. Desde el siglo XIX, ha sido un estandarte de nuevos comienzos, así como de emancipación de los oprimidos.
Por esta razón, atrae a millones de turistas al año. En la actualidad, es posible reservar boletos para subir al Ferry que conecta la ciudad con la isla en donde se encuentra la estatua. Además del célebre mirador que literalmente corona la cabeza de la mujer, es posible permanecer en el pasto, sencillamente observando la línea de horizonte de la ciudad.
Deslumbrarse por las luces de Broadway
Aunque idealmente la experiencia no está completa sin asistir a alguna función, los espectaculares y anuncios de Broadway ofrecen un show por sí mismos. En tiempos en los que la sana distancia sigue siendo un imperativo social, basta con caminar bajo la luz de las miles de pantallas que recuerdan la próxima reapertura de teatros, cines y centros de entretenimiento a lo largo de la avenida.
Descubrir (una vez más) Central Park
Personas corriendo (con cubrebocas). Algunos aficionados de la observación de pájaros. Unos cuantos kayaquistas disfrutando del cauce del lago. Alguien paseando a su perro mientras escucha de paso a un jazzista callejero. Sentarse a ver a la gente en Central Park es una experiencia en sí misma. En Italia, a esta costumbre se le conoce como dolce far niente (el placer de no hacer nada), pero ciertamente puede aplicarse en la escena neoyorquina. Debido a sus enormes dimensiones, recorrerlo en bicicleta también es una opción.
Comer un pretzel en la calle
Nueva York perdería parte de su esencia sin los carritos de comida en la calle. Más aún si los pretzels no estuvieran ahí: dorados, salados y gigantescos, forman parte de los diálogos de las personas, la prisa de la ciudad y el carácter transitorio de todos los días, que parecen acabarse demasiado rápido. Ir ahí sin comerse uno de esos es, sin duda, un error.
Recorrer el High Line a pie
Hay pocas experiencias como cruzar Nueva York desde arriba. A lo largo de poco más de 2 kilómetros, el High Line da esa posibilidad. Se trata de un parque urbano creado sobre antiguas vías de tren que sobrevuela varias cuadras de Manhattan, como una plataforma elevada para ver la ciudad desde arriba. El High Line atraviesa Chelsea y otros barrios del West Side combinando arte y paisajismo.
Entrar al MET y al MoMA
Así como París tiene el Louvre, Nueva York tiene al MET y el MoMA. En general, vale la pena evitar las visitas en viernes cerca del mediodía, porque las obras de arte son inaccesibles. Vale la pena ir en las mañanas, temprano, recién abran los recintos, para tener una experiencia en solitario, más íntima. Para los estudiantes y docentes, además, siempre hay descuentos que vale la pena aprovechar.
Disfrutar de la riqueza gastronómica de la ciudad en Little Italy
La migración de distintos grupos a lo largo del siglo XX provocó que Nueva York fuera una ciudad en mosaico. Así como existe un Chinatown, Little Italy se formó con las raíces de personas que vinieron a trabajar a Estados Unidos desde la península itálica. Desde allá, trajeron el buen gusto de la cocina romana y siciliana. Por esta razón, sentarse a tomar café en alguno de los restaurantes típicos del barrio es un punto extra a la experiencia neoyorquina.
Escuchar gospel en Harlem
Como parte de la antigua periferia de Manhattan, se prestó para que la población negra de la ciudad se asentara en Harlem. Con ella, las tradiciones afroamericanas afloraron ampliamente. Quizás la experiencia espiritual más poderosa entre ellas sea una misa acompañada por gospel, el canto sacro típico de los ritos religiosos cristianos. En Nueva York, no hay mejor lugar que éste para escucharlo. Para los turistas, lo más conveniente tal vez es ir durante el día.
Recorrer el Museo Americano de Historia Natural
Este recinto clásico está compuesto por 27 edificios interconectados entre sí. En total, cuenta con 46 salas de exposición permanentes, además de una variedad amplia de laboratorios para diferentes disciplinas científicas. De los dinosaurios a la evolución humana y de la biodiversidad al origen del Universo: la tradición museográfica de dioramas y fósiles se conjuga con la tecnología en uno de los recintos imperdibles de la Gran Manzana. A diferencia de otros museos, actualmente sólo está abierto de miércoles a domingo.
Ir al Museo del Sexo
También conocido como MoSex, el ánimo de este espacio no es generar morbo en el espectador. Por el contrario, pretende una visión antropológica, artística y global del cuerpo y la sexualidad a lo largo de la Historia. De esta manera, ofrece una mirada social a la pornografía, a la masturbación y a otros fenómenos asociados a la intimidad humana.
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Apreciar los diferentes tipos de arquitectura de Nueva York
Más allá de la vista imponente que permiten los rascacielos, Nueva York es una ciudad que se destaca por su desarrollo arquitectónico. Así como es posible apreciar obras típicas del modernismo, edificios neogóticos y del Art Déco conviven con megaproyectos que se están construyendo hoy en día. Este mélange estético, incluso, para algunos resulta kitsch y provocador.
Ver la línea de horizonte de la ciudad desde un Ferry
Además de los tours para ir a la Isla de la Libertad, otro de los imperativos al visitar Nueva York es tomar un Ferry hacia Staten Island que permita disfrutar del skyline al atardecer. Las opciones de horarios son flexibles, ya que es común que salga uno nuevo cada hora. Podría ser el punto final de una visita de varios días, para cerrar con broche de oro la visita a la reapertura de la Gran Manzana.
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