“Peranakán” significa «descendiente» en idioma malayo. Así se llamó a los hijos de los primeros inmigrantes chinos casados con locales en plena época colonial británica, a mediados del siglo XIX.
Aquellos chinos, que llegaron a Penang, y también a Malacca, en Malasia, y Singapur, eran refinados, por lo que tomaron lo mejor de los malayos y de los británicos para crear una cultura nueva, que aún hoy se aprecia en la cocina de fusión y en la conservación del idioma hokkien, el dialecto que se habla en Fujian, China.
También se los llama Babas y las Nyonyas porque antiguamente era una forma respetuosa de dirigirse a un hombre y una mujer extranjeros.
La ciudad fundada en 1786 con el nombre de isla Príncipe de Gales, fue la primera de la Compañía Británica de las Indias Orientales.
Por su ubicación estratégica y puerto, se convirtió en una de las ciudades más elegidas por los colonos británicos. El casco antiguo, llamado George Town en honor al rey Jorge, combina las iglesias protestantes, la arquitectura colonial británica, los templos budistas y los carteles en chino. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008.
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La Mansion Pinang Peranakán es un museo y el mejor lugar para entender esta cultura. Su directora Lilian Tong nos esperaba con su vestimenta tradicional: una blusa bordada por ella misma y una falda hasta el piso.
Lilian nos cuenta que la mansión construida a fines del siglo XIX, perteneció a Captain Cina Chung Keng Kwee, un rico Baba.
Son dos pisos y varias salas con más de mil piezas de antigüedades y objetos de colección que muestran el estilo ecléctico y revelan la aspiración occidental de los peranakán: hay paneles chinos de madera tallada, pero también baldosas inglesas y herrajes escoceses.
Dejamos a Lilian y caminamos por las calles Armenia y Ah Quee con nuestro guía Lawrence Chuah –nombre inglés, apellido chino–, donde el arte callejero combina murales con objetos, como “niño con moto” donde la moto es real.
Como en todo sudeste asiático, los mercados callejeros son el lugar preferido para comer. Lawrence nos llevó al New World Park Food City que, desde 1939,
reúne más de cien puestos con cocinas de todo Asia y de las fusiones entre ellas.
Por la tarde visitamos la Penang Hill, una colina de selva tropical declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera. Un funicular sube la colina verde con una primera estación intermedia y una segunda donde está el mirador con vistas panorámicas de la ciudad, la selva y el mar.
De ambas estaciones parten 26 senderos de distinto grado de dificultad y extensión, que llevan a cascadas y lagunas. También hay una mezquita, un templo hindú, restaurantes, tiendas y hasta carritos de golf para llevar a los cansados. Pero el tesoro lo conforman los miles de especies de plantas, muchas de ellas florales, que van tapizando de morado, naranja, rosa, blanco la ladera.
Enormes helechos, flores carnívoras, orquídeas rarísimas, áreas parquizadas y otras silvestres, que aprovechan mariposas y más de cien variedades de pájaros, además de civetas, ardillas, los inclasificables codujos (¿son de la familia de los monos o de los murciélagos?) y, claro, los monos. Los monos pueden ser bromistas, les gusta orinar a quien se pare bajo un árbol a repararse del sol.
Dentro de Penang Hill está The Habitat, un circuito con pasarelas colgantes para ver la selva desde otra perspectiva. Cada tanto hay hamacas que invitan a la contemplación. Guías voluntarios ofrecen el servicio gratuito para poner nombre y detalle al pulmón verde.
Terminamos el día en los Muelles de los Clanes, villas de pescadores construidas por inmigrantes chinos sobre el agua hace un siglo. Cada muelle lleva el nombre de un clan. En el recorrido por sus calles flotantes de madera, pueden verse las casas con altares budistas en el frente.
Pusimos fin al día con una visita al animado barrio de Little India para conocer a la otra gran comunidad de Malasia. Entre supermercados y tiendas de saris, hay varios restaurantes donde preparan samosas, curries acompañados con frescos licuados de frutas.
Cómo ir: Turkish Airlines cuenta con 11 vuelos semanales desde Ciudad de México, 7 desde Buenos Aires y 7 desde Bogotá a Penang con escala en Estambul. Si la conexión supera las 20 horas, el programa Stopover, ofrece transfers in-out al aeropuerto sin cargo, un tour, y una noche de alojamiento gratuito en un hotel 4 estrellas en Estambul.
Dónde dormir: The Prestige hotel. Gat Lebuh Gereja 8, George Town.
Paseos: Pinang Peranakan Mansion. Church Street 29. Y Penang Hill.
Este texto fue escrito por Silvina Pini y las fotos son de Mario Cherrutti. Puedes conocer más de su trabajo en @cherruttipinitravelers.
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